¿Los hombres siempre tienen deseo sexual?: cinco mitos sobre la sexualidad masculina
Yo les puedo asegurar que hasta hoy no han publicado el manual de las normalidades humanas ni el de las normalidades sexuales, pero aun así todos quieren encajar en él. La cama no escapa a esta situación, la “normopatía” también afecta a los deseos, las fantasías y a las prácticas, en general. El miedo de ser “anormal” hace que todas las anteriores sean sofocadas y atemorizadas. La sexualidad es construida, es decir, no nacemos con gustos, sensaciones, ni deseos ya determinados. Los vamos aprendiendo año tras año, experimentado y viviendo. Poco a poco, sin que nos demos cuenta, se va montando lo que para nosotros es lo normal y lo anormal.
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Prácticas como la urofilia, el voyerismo, el sadomasoquismo, y tantas otras que hacen parte del repertorio sexual de cada uno, constituyen la variedad que el sexo puede ofrecer, aunque muchas veces asusta. No todas las personas tienen el coraje de afrontar tales deseos y fantasías, y pasan la vida culpándose -o castigándose- de lo que verdaderamente les excita y satisface. Donde existan una, dos o más personas que estén de acuerdo en algo, en el mismo nivel de poder y decisión, todo será válido, porque no hay aciertos ni desaciertos en la construcción social de nuestro imaginario erótico.
Lo que nos define como personas no son nuestros pensamientos, por más inmorales que puedan ser, lo que realmente nos define son nuestras acciones, y reconocerlas es el primer paso para estar en un camino anhelado para hacer las paces con nuestra esencia erótica.
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La cama ofrece muchas opciones, es un mundo para ser explorado y conquistado. Mientras la moralidad domine la mente, con sus prejuicios, juzgamientos y castigos, seguiremos con dificultades para vivir momentos placenteros. Tenemos que comunicarnos con nuestra propia sexualidad porque el placer no está en la variedad, pero sí allana el encuentro con el placer.
Autora de la columna: Flavia Dos Santos.