Los primeros recuerdos de nuestra infancia podrían no ser reales

La memoria es la capacidad mental que nos permite registrar, conservar y posteriormente recordar todo lo que hemos vivido, ya sean imágenes, sentimientos o experiencias.

A través de ella, podemos guardar el pasado y revivirlo. Es decir, nos permite ir formando recuerdos para construir una identidad propia. Pero, ¿son siempre fiables los recuerdos?

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Un reciente estudio de la Universidad de Londres afirma que los recuerdos no siempre son fiables, y que, además, solemos tener muchos recuerdos falsos de la infancia, que afirmamos haber vivido con muy pocos años de vida.

Entonces la verdadera pregunta sería, ¿por qué nuestra mente fabrica falsos recuerdos desde que somos niños?

Falsos recuerdos en la infancia

Un estudio reveló que gran parte de los recuerdos de nuestra primera infancia podrían ser falsos. Por esto podrían haber sido cambiados.

Fotografía por: Getty Images

Según la investigación de la Universidad de Londres, publicado en la revista Psychological Science, alrededor del 40% de las personas tenemos un primer recuerdo ficticio. En este estudio se pidió a 6.500 personas que describieran sus primeros recuerdos y la edad en la que calculan haber vivido esas experiencias.

Esta investigación descubrió que el 14% de los participantes recordaba algún evento antes de su primer cumpleaños. Otros, incluso, afirmaron tener memorias de su nacimiento.

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Sin embargo, esta investigación también descubrió que, de acuerdo con la velocidad del desarrollo del cerebro, los recuerdos autobiográficos solo son posibles después de los 3 años, por lo que esas memorias sobre los primeros meses o del nacimiento no son verdaderos.

Esto querría decir que nuestra mente es capaz de “fabricar recuerdos falsos”, especialmente de la primera infancia, quizá para darle sentido a algunas lagunas de memoria y vivencias.

Los recuerdos infantiles: a partir de los tres años o más

Según los expertos, antes de los 3 años, el cerebro es incapaz de almacenar recuerdos en la memoria, ya que las partes encargadas de esta función no son lo suficientemente maduras. Incluso, algunos investigadores afirman que el almacenamiento y formación de recuerdos solo puede producirse de manera certera a partir de los 5 o 6 años.

Los psicólogos y neurocirujanos aseguran que cualquier registro que se tenga de antes de esa edad, no es un recuerdo, sino un ‘fragmento’.

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¿Para qué los recuerdos falsos?

Las imágenes que tenemos los adultos sobre el pasado son solo pedazos de experiencias tempranas que la mente reconstruye para darles un sentido. Estas “partes de experiencias” acaban convirtiéndose en recuerdos cuando les asociamos un contenido más fuerte ligado a un momento concreto de nuestra vida.

Martin Conway, co-autor del estudio y director del Centro para la Memoria, asegura que es habitual que las personas no seamos conscientes de que los recuerdos que tenemos, sobre todo de la infancia, puedan ser falsos.

“Las personas que tienen estos recuerdos no saben que son ficticios. De hecho, cuando se les dice que son falsos, a menudo no lo creen”, afirma.

Esto se debe a que los sistemas que nos permiten recordar cosas son muy complejos y hasta pasados los 5 o 6 años empiezan a formar recuerdos parecidos a los adultos, por la forma en que se desarrolla el cerebro.

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¿Por qué creamos falsos recuerdos?

Los recuerdos infantiles que nunca existieron, de acuerdo con los autores del estudio, podrían producirse por diferentes razones.

Primero, podría suceder que algunas vivencias que realmente tuvimos, pero las recordamos en una época anterior a la real. Por ejemplo, un recuerdo de algo vivido a los 5 años, nuestra mente puede creer que lo vivimos a los 3.

Otra razón que explicaría por qué tenemos recuerdos falsos de la infancia es que a menudo se mezclan en nuestra mente vagos recuerdos (pequeños fragmentos), con datos o anécdotas que hemos escuchado tiempo después, completando los detalles para darle forma.

El collage de recuerdos o vivencias en nuestra mente formando una representación mental como si fuera realmente un recuerdo consolidado de una vivencia completa, aunque, en realidad, esté hecha de pedazos de historias y de cosas que hemos oído.