Vómitos en niños mayores de un año: causas y tratamiento

Aunque muchas veces no son motivo de alarma, es importante conocer qué los causa, con el fin de tomar las medidas necesarias para aliviarlos.

Por Redacción Cromos

22 de marzo de 2021

Vomito niña en casa

Vomito niña en casa

Fotografía por: GettyImages

Alergias, infecciones, golpes, intoxicaciones, enfermedades; son variadas las razones por las que un niño puede vomitar ocasional o frecuentemente y, por lo tanto, se convierte en motivo habitual de consulta con el pediatra en los primeros meses y años de vida.

El vómito se produce porque los músculos abdominales y el diafragma se contraen, mientras que el estómago se relaja y el contenido que se encuentra en este (alimentos, bilis o jugo gástrico), es expulsado con vigor por la boca.

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Los padres tienden a confundirlo con la regurgitación, que es más común entre los lactantes o menores de un año. Esta se presenta cuando hay un pequeño flujo de leche materna o de fórmula, o de otros contenidos del estómago por fuera de la boca del bebé después de las tomas o de un eructo, pero sin que él haga esfuerzo alguno.

Tal vez te preocupes al ver vomitar a tu hijo, pero casi siempre son episodios que no revisten gravedad ni requieren tratamiento. No obstante, es necesario que sepas las causas por las que pueden manifestarse y estar pendiente de su evolución.

En un alto porcentaje ocurre por alguna infección estomacal o intestinal, provocada generalmente por virus, aunque no es descartable por bacterias ni parásitos. En este caso, es más usual la gastroenteritis, enfermedad viral del tubo digestivo que también puede ocasionar fiebre, diarrea, náuseas, dolor abdominal y debilidad.

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Otras infecciones comunes en la niñez y por las que tu hijo posiblemente tenga vómito son: otitis, catarro, anginas o infección urinaria, del sistema respiratorio o renal, entre otras. Con menor asiduidad, por apendicitis aguda, meningitis, o neumonía, por ejemplo.

Pero también es probable que se produzca por migraña, reflujo gastroesofágico, estenosis hipertrófica, alergias alimentarias, intoxicación por consumo de alimentos en mal estado, trastornos alimenticios, medicamentos, ingestión de sustancias tóxicas, traumatismo craneal severo, úlcera gastroduodenal…

Lo fundamental en estos casos es conocer la causa real del vómito, y si es continuo, evitar que tu pequeño se deshidrate, más aún si también tiene diarrea, pues es muy probable que su organismo pierda líquidos y nutrientes que agraven su situación.

Lo más recomendable “cuando hay presencia de vómito es manejar esa pérdida de líquido lo antes posible. Lo primero que deben hacer los padres es ofrecer pequeñas cantidades de soluciones orales con electrolitos para compensar el agua y los nutrientes que se han perdido. Lo ideal es administrar soluciones de rehidratación oral, ya que estas contienen el equilibrio adecuado de líquidos y minerales para sustituir los que se han perdido a través del vómito, y así ayudar a los niños a mantenerse hidratados”, precisa Diana Salamanca, pediatra de la Pontificia Universidad Javeriana.

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De ser necesario, consulta con el pediatra las especificaciones de la solución oral de electrolitos más adecuada para tu hijo y la cantidad que debes suministrarle, dependiendo de su edad. En farmacias y supermercados las puedes conseguir con facilidad y en diferentes presentaciones; con seguridad, a las saborizadas no les hará tanto el feo.

Puedes intercalarla con agua, gelatina, caldos no grasosos, helados o paletas de agua y otros líquidos claros, pero no con leche, jugos, café, limonadas, refrescos comerciales ni bebidas deportivas o energéticas.

¿Y la alimentación?

Mientras tu hijo tenga una enfermedad que le ocasione vómitos, no es recomendable que coma alimentos sólidos que puedan incrementarlos, sobre todo en las primeras 24 horas. Si posteriormente y transcurridas 6 u 8 horas tolera sin problema los líquidos, ofrécele poco a poco alimentos más consistentes, pero nutritivos y no tan seguido para que pueda hacer mejor la digestión.

Comienza ofreciéndole una dieta blanda, pero si no tiene deseos de comer no insistas ni lo obligues. Cuando nuevamente sienta ganas de probar algo, dale en pequeñas cantidades consomés, sopas suaves, arroz, papa cocida, pollo sin cuero y a la plancha, saltinas, purés o compotas, entre otros productos de fácil digestión y bajos en grasa y azúcar. A medida que se vaya recuperando, restablece su dieta normal.

Otro consejo importante para ti es que cuando tu niño vomite trates de sostenerlo boca abajo o de lado, con el fin de reducir los riesgos de que lo absorba nuevamente por las vías respiratorias y que ingrese en sus pulmones. Además, evita darle medicamentos que no haya formulado el especialista.

“Se debe asistir a urgencias si el niño ha vomitado más de tres veces en una hora, cuando no tolera la ingesta de las sales de hidratación oral, si tiene dificultades para respirar porque podría haber ingerido o inhalado un cuerpo extraño, o si el vómito está con manchas de sangre”, explica la doctora Diana Salamanca.

Si los vómitos son de color verdoso brillante, tiene fiebre constante superior a 38.5°C., fuerte dolor abdominal, de cabeza o al orinar; letargo o mucho desánimo, nuca muy rígida, abdomen inflamado, convulsiones, si al reiniciar la dieta usual vuelve a vomitar o si se presentan después de un golpe duro en la cabeza, también es indispensable la ida a urgencias o consultar con un pediatra.

Señales de deshidratación como boca y labios secos o agrietados, piel seca, decaimiento o confusión, sed intensa, dejar de orinar entre 6 y 8 horas, ojos hundidos y llanto sin lágrimas, también requieren atención prioritaria de un especialista.

Redacción Cromos

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