Yuca, una revista que se lee en los rincones más inesperados del mundo

La creación de las dos colombianas integra el arte, la cultura, la fotografía y la literatura. Una revista hecha desde las raíces.

Por Adriana Marín

22 de septiembre de 2017

Yuca, una revista que se lee en los rincones más inesperados del mundo
Yuca, una revista que se lee en los rincones más inesperados del mundo

Ni Juliana Gómez ni Lina Rincón sabían cómo hacer una revista. Sabían, sin embargo, que tenían mucho qué contar. Gómez había estudiado psicología social y cultural, había vivido en Barcelona y se había dedicado a la fotografía y al video. Rincón, por su parte, se había ido a Francia desde muy joven para estudiar, primero, diseño de modas; después, historia y geografía, y, finalmente, había vuelto a Colombia para terminar una maestría en estudios culturales. Las dos se habían dedicado a narrar. 

 

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Antes de Yuca no se conocían. Se habían enterado, cada una por su lado, de que en Europa existía un universo de revistas independientes. Eran revistas de nicho, sobre un tema específico y con una manera particular de aproximarse a él. Tal vez por eso nunca tuvieron la sensación de que el papel, en la era de la tecnología, estuviera muriendo. Todo lo contrario. Se convencieron de que el papel era el futuro, no para informar sino para contar. 

 

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| Compañeras en el delito 

Ninguna quiso arriesgarse sola. Necesitaban a alguien más, un complemento, que contara con talento para aquello que a ellas les hacía falta. Pero fue muy difícil encontrarse, no sabían que se habían estado pisando los talones: “¿Qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?”, diría una poeta. Eventualmente, Gómez, influida por un amigo, buscó a Rincón para hacerle la propuesta: crear una revista en la que la gastronomía fuera un camino para hablar de algo más, de política, de cultura, de arte. Rincón se emocionó: dijo que sí, que listo, que le encantaba la idea y empezaron a trabajar. 

 

Lo indispensable en los consejos de redacción era una botella de vino blanco, lo demás llegaba solo. Fueron estructurando la revista alrededor de una búsqueda de sentido, de conectarse con lo que ellas mismas eran: unas amantes del conocimiento. Por eso, se dieron cuenta muy temprano de que no podían limitarse a la gastronomía. Lo que necesitaban era una excusa, que les permitiera hablar de todo lo que querían hablar. Rincón propuso la palabra que, además de pretexto, tenía otra connotación: Alibi, que en español quiere decir coartada. Un término que se oye  repetidas veces en las películas de crímenes y juicios. Les encantó el juego lingüístico porque sentían que, con el tiempo, se habían vuelto eso: compañeras en el delito. 

 

 


| Sin miedo a la subjetividad 

Además del alibi, querían que hubiera un concepto más amplio, que atravesara toda la revista. El alibi para la primera edición fue gastronomía, y el concepto, las raíces. Le pidieron a personas de todas las disciplinas y de todos los países que interpretaran esos dos temas, ya fuera escribiendo, ilustrando o con fotografías. En la segunda edición, los dos términos cambiaron: el alibi fue arquitectura, y el concepto, migraciones. 

 

Quienes participaron en esas dos revistas eran personas que conocían y que admiraban. El objetivo de estas comisiones era uno solo: no tenerle miedo a la subjetividad. Que en la revista no hubiera verdades sino miradas y que, a partir de esas miradas, se pudieran desentrañar realidades. Por ejemplo, demostraron que es posible recurrir a la comida para entender el conflicto entre Israel y Palestina. 

 

 

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| 3.600 revistas 

El proceso no fue fácil. Tuvieron que luchar contra un mundo que les decía que no se iba a poder, que nadie las iba a leer, que eso no era negocio. Sin embargo, en el camino se encontraron con quienes sí les creyeron, como Carles Murillo, un diseñador catalán con experiencia en el mundo editorial que se involucró en el proyecto y no dejó nunca de confiar. Estuvo ahí con sus ideas, sus diseños y sus ilustraciones. Y estuvo ahí cuando las novatas editoras no supieron cuántas revistas se debían imprimir, ni los costos de transporte, ni cómo hacer para aproximarse a los lugares de venta. 

 

Cuando Jeremy Leslie y Steven Watson –dos de las personas con más conocimiento del sector– reconocieron a Yuca públicamente, Gómez y Rincón supieron que ya habían cumplido su cometido. Watson, director de un sistema de suscripción con el nombre de Stack Magazines, les pidió 3.600 revistas para repartirlas entre sus lectores alrededor del mundo. Ahora van para la tercera edición y sus creadoras están buscando financiación. Dicen que lo más bonito es que quienes han trabajado para ella le entregaron el corazón y Yuca se los devolvió más grande. 

 

Fotos: Faber Franco, Jaime Salom, yuca

Por Adriana Marín

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