La nueva plataforma para las drag queens en Bogotá

A propósito del mes del orgullo LGBT+, a Bogotá llega un espacio para que las drag queens locales tengan donde presentarse y sentirse seguras. Aquí te contamos más de este proyecto.

Por Ariel López

29 de junio de 2023

Al visitar Medellín una de las grandes experiencias, especialmente para el público queer, o todo aquel relacionado a la población LGBT+, es ir a Chiquita, una parada obligatoria donde se pueden disfrutar diversos géneros musicales y un buen show drag, muy al estilo tradicional de los bares gay.

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En Bogotá las discotecas y bares queers parecían haber ido desapareciendo, o perdido cierta relevancia, algunos cerraron, otros simplemente pasaron a un segundo o tercer plano, y otros se entregaron a la masificación y perdieron ese sentido de espacio seguro y que preserva la vida queer. Además, es posible que los espacios exclusivamente LGBT+ en términos de vida nocturna ya no sean tan demandados cuando existen varios en los que se convive tranquilamente con el resto de la población.

A los dueños de Chiquita les llegaba el constante comentario de la buena idea que sería tener un bar como este en la capital colombiana, incluso en otras ciudades del país. En su afán de expandirse, ese sueño o deseo se materializó y abrieron su primera sucursal por fuera de la capital antioqueña, ubicado en la Carrera 12A #79-25.

Pero más allá del sentido superficial y comercial de que llegue un nuevo bar a la ciudad, el que se abra un bar con tanto éxito y popularidad en el que muchos se puedan sentir más seguros y cómodos es algo digno de apreciar y, sin duda, un gran aporte a la cultura bogotana, pues es el espacio que tanto merecen y exigían las drag queens para poder exponer su arte como se debe.

Cromos entrevistó a uno de los dueños y fundadores de Chiquita para conocer un poco más sobre la historia del bar y su propuesta en Bogotá.

Juan Pablo Gómez, Dale Robertson y Nicolás Diez, las mentes detrás de Chiquita.

Juan Pablo Gómez, Dale Robertson y Nicolás Diez, las mentes detrás de Chiquita.

Fotografía por: Cortesía - Chiquita

Cromos: ¿Cómo fue la idea inicial de Chiquita?

Nicolás Díez: Chiquita nace de la idea de un sueño, de mi mejor amigo y mía, de montar un bar y una discoteca, todo comienza cuando teníamos 17 años. Luego más adelante, unos amigos y yo empezamos a montar unas fiestas itinerantes en Medellín que se llaman ‘El Banana Split’, eran una propuesta que teníamos de proponerle algo diferente a Medellín, una fiesta cada tres meses donde la gente entraba a una fiesta completamente alucinante y que la gente nos empezara a conocer, nos conocían como ‘los banana’ porque toda la fiesta giraba en torno a un banano y fueron quince fiestas que hicimos por seis años, así poco a poco nos fueron conociendo como los que hacían las fiestas gays raras de la ciudad.

Un día nos dicen que tenían un local para montar algo pequeño, eso fue el inicio de algo que queríamos con Juan Pablo, yo lo que realmente quería era una discoteca, pero pues uno tiene que empezar por algo y queríamos coger algunas características que teníamos en estas fiestas y ponerle un toque más irreverente, divertido, y darle también una escena, una plataforma al mundo queer, a todas las drags, que Medellín no tenía ese espacio.

Empezó como un bar muy pequeño, muy kitsch, la historia es que Chiquita es un personaje que no existe, no es un hombre, no es una mujer, es lo que tú quieras, pero alrededor de Chiquita pasan muchas cosas, entonces inicialmente la propuesta era que es una mujer o un hombre viajero y que después de sus viajes trajo cosas a Medellín y se las mostraba a la gente.

Cuando llegó pandemia nos quebramos literalmente y llegó un angelito, otro socio que es nuestro capitalista, la persona más visionaria en el sentido comercial y nos dice: ‘ustedes son dos diseñadores con una producción muy grande, pero necesitan tener esa mente más aterrizada comercialmente, no todo tiene que ser tan lindo, hay que volverlo más tangible que genere ingresos’. Ya lo crecimos y la propuesta tenía que ser diferente siguiente con el ADN de Chiquita, ahí me invento la historia de cuatro amigas que vienen a hacerle la visita a Chiquita después de pandemia a Medellín, las dejan salir de los países donde estaban, entonces ahí están las cuatro mejores amigas de ella.

C: ¿Cuáles son las más grandes aspiraciones ahora y qué otros proyectos tienen con la marca?

ND: La marca ha venido creciendo, aparte del bar tenemos una marca de ropa y de souvenirs, es más un estilo de vida, lo que queremos crear no es solo una marca de entretenimiento, sino de estilo de vida. Queremos montar un hotel, vamos para Miami porque ahí va a ser el próximo Chiquita, queremos expandirlo sin que haya una sucursal en todo el mundo. Trabajamos con fundaciones, en temas muy fuertes, la prostitución de las trans en las calles, de los niños con VIH, de familias transgénero o mujeres a las que no les dan trabajo, esa es nuestra parte social.

C: ¿Qué hace a Chiquita especial cuando los bares gays en Bogotá han ido cerrando o perdiendo popularidad?

ND: Llegamos a Bogotá viendo esas falencias, sobre todo en la plataforma para las drags y para todo este mundo queer, nosotros en Medellín tenemos la fala del bar de los raros, Chiquita no tiene un código, allá puedes ser como quieras ser y entonces quisimos ser irreverentes y cambiarle el chip a Bogotá porque aquí sesgan si no estás bien vestido o si estás maquillado, en ciertos lugares pasa, me pasó a mí.

C: ¿Qué los llevó a abrir en Bogotá?

ND: Queríamos expandirnos y pasar la barrera de Medellín, la gente llegaba y decía: ‘ojalá esto estuviera en Bogotá’. La propuesta en Bogotá era más ambiciosa porque sabemos que hay muy buenos bares y restaurantes, el nivel es muy alto, entonces el nivel de exigencia de Chiquita en Bogotá tenía que estar a ese mismo nivel.

También sentíamos que en el mundo gay no existía esa propuesta, ni llegan a un nivel tan grande ciertos bares y ciertas discotecas, algunos seguramente no han triunfado porque están enfocados a un público que ni siquiera existe, por ejemplo, un estrato 6, en Chiquita cabe todo el mundo, algo que también pasa en Chiquita Medellín y es que llegan heteros con ganas de algo diferente, donde se dan cuenta que el mundo gay es muy divertido y que no tiene nada que ver con el tabú gay que la gente tiene.

También hemos visto que el público bogotano está muy abierto, pero el público gay ha tenido que migrar a lugares straight porque no tienen un espacio, hemos sentido que esta gente ya abraza a Chiquita porque quieren tener su propio espacio y se sienten identificados con el lugar.

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Cromos también conversó con Dale Robertson, socio inversionista de Chiquita, que habló un poco más sobre la propuesta del bar en esta nueva faceta.

Cromos: ¿Qué es lo que más hace especial a Chiquita?

Dale Robertson: Creemos que Chiquita es diferente, es un bar pero también crea una experiencia única desde el diseño hasta los shows. Da un espacio seguro a todos. Nos permite tener una base de clientes más extensa y diversa.

C: ¿Cómo los bares gay pueden seguir siendo atractivos para el público actual?

DR: Con tantas apps apuntándole a conocer gente, había un miedo de que todos los bares desaparecerían, pero creemos que varias personas todavía quieren lugares para reunirse y disfrutar, ya sea con una cita o con amigos, y estamos alineados con este nuevo mercado y colaborar con las apps para promover a la comunidad como un todo en vez de verlas como una amenaza al negocio del entretenimiento.

Asimismo, en diálogo con Cromos, la drag queen, Korbyn Nezdoll, una residente en Chiquita, habló de la importancia de que existan espacios como Chiquita.

Cromos: ¿Para ti qué signifique que llegue una plataforma como esta a Bogotá?

Korbyn Nezdoll: Siento que ha sido muy irregular porque los sitios que estaban contratando queens de acá tenían como su grupito de drag queens, entonces un lugar contrataba solo como a tres y Chiquita literalmente quiere contratar a todas, entonces esto va a ayudar mucho a que ellas dejen las riñas que tienen, porque si ya están trabajando juntas tienen que estar juntas y parchar juntas.

C: ¿Qué es lo que más hace especial a Chiquita para ti?

KN: Yo la primera vez que me trepé fue en Chiquita y fue hace cinco años, desde eso casi todas las noches me las he pasado en Chiquita trabajando, siento que es una plataforma que le apuesta a todo lo que estamos haciendo, quieren que seamos unas estrellas y no es solamente que nos den un lugar para hacer shows, pero es un lugar muy digno porque tiene muy buena propuesta de luces, de sonido, el escenario en general. Entonces Chiquita es mi todo, mi mamá drag es Chiquita.

C: ¿Qué diferencia la escena drag de Medellín de la de Bogotá?

KN: En Medellín, como todas trabajamos en los mismos dos, tres lugares juntas, entonces parchamos juntas, aquí se ve que unas parchan con unas, pero con este nuevo lugar sé que va a haber más camaradería.

C: ¿Cuál ha sido el mayor reto para ti en estos cinco años haciendo drag?

KN: Como estar muy pendiente de las tendencias, reinventarse cada vez para que no sea lo mismo cada ocho días, llevo cinco años en esto y siempre trato de traer cosas nuevas y no aburrir a la gente, eso es un reto increíble.

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