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A principios de diciembre lanzó su primer libro. / David Schwarz
¿Para qué escribir?
Para darle orden al caos y al dolor. Para darle propósito a lo que no tiene sentido.
¿Es autoficción de principio a fin?
Es una ficción basada en un momento de mi vida y de la vida de los personajes que me encuentro cuando, en una Navidad, decido internarme en una clínica psiquiátrica.
¿Cuál ha sido su peor Navidad?
La que motivó la escritura de este libro. Pero ya no lo creo. Gracias a esa Navidad me convertí en escritora. Antes escribía periodismo, cuentos y poemas. Este libro es fundamental porque me dio disciplina. Me sentó todos los días, a la misma hora, frente al teclado.
Hizo un concurso en ‘Instagram’ donde hacía esa pregunta. ¿Cuál fue la respuesta más triste?
Una chica de mi edad me contó que su mamá intentó suicidarse en Navidad.
¿Por qué hay que ir en limosina al loquero?
Hay que ir hasta en burro, de ser necesario. Toca prestarle atención a la salud mental.
¿En un psiquiátrico se cura la locura?
No, pero puede ayudar a apagar el fuego.
¿Qué es la soledad?
No la he vivido. Pero sería una vida sin mi mamá. Mientras ella esté, yo me siento acompañada.
¿Para qué el feminismo?
Para identificar todo eso que restringe mi libertad y la de otras. Y para convencerme de que puedo contar mis propias historias. Si las mujeres no nos contamos a nosotras mismas, nadie lo va a hacer.
¿Para qué le sirve la mano izquierda?
Es la mano que levanto cuando tengo preguntas.
Un mensaje de ‘una igualada’ que la haya marcado.
Que con Las Igualadas ya no se siente sola.
¿Qué fue lo más bonito que le dijo Ricardo Silva en la presentación del libro?
Que este libro me había convertido en escritora.
¿Qué se le viene a la cabeza cuando se ve en el espejo?
Depende del día.
Una sensación al poner punto final a la historia.
Alivio.
¿Cuál es su lado más rudo?
El que se enfurece con la gente que nos dice “feminazis” a las mujeres, o que nos amenaza con violencia, o que nos manda a callar, en redes, con tutelas.
¿Y el más aterciopelado?
Cuando veo el libro por ahí, en alguna librería, o cuando veo que alguien lo tiene. Me derrito y me lleno de timidez.
¿De qué se arrepiente?
De aquella inmadurez de hace algunos años: haber peleado con una amiga por un idiota. Me he corregido.
¿Qué le han regalado, que todavía conserve?
Todos los vestidos de moños y pepitas que me hizo mi abuela en la universidad.
¿Por qué bailar (o no) una canción de Maluma?
¿Por qué no bailarla? Es tremenda rumba. El feminismo es libertad, libertad para bailar lo que quiero. Maluma no es el peor de todos, ni de cerca. A mí me gustaría conocerlo. Tengo la intuición de que uno puede hablar con él y contarle qué fue lo que no nos gustó de Cuatro babys. Y qué es lo chévere. Porque no todo está mal en esa canción.
Un libro para adentrarse en el feminismo.
Todos deberíamos ser feministas, de Chimamanda
¿Cuándo fue la última vez que fue feliz?
Por estos días estoy feliz, no significa que tenga todo resuelto. La felicidad va y viene.
¿A quién le pediría un autógrafo?
A Shakira, a Chimamanda, a Beyoncé.
¿Cuál es su momento favorito del día?
El desayuno.
Un canal de ‘YouTube’ que no se pierda.
La Pulla.
Un deseo para Colombia.
Más escritoras publicadas y leídas.
El 2018 ¿para qué sirvió?
Uf, para escribir mucho, para ver nacer este libro y para ver cada vez más igualadas por ahí, que se escuchan y se acompañan entre ellas y también a mí.