¿Cada cuánto hay que hacerse la citología en realidad?

Lo que nos han dicho es que hay que hacérsela todos los años desde que iniciamos nuestra vida sexual. Pero son otras las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

Por Tania Tapia

05 de mayo de 2019

Getty

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Todas las visitas al ginecólogo empiezan con la misma pregunta: ¿cuándo fue la última citología? A mí, la mayoría de las veces la pregunta me coge desorientada: casi nunca soy capaz de recordar cuándo fue la última vez. Por lo general, respondo lo mismo: hace un poco más de un año. Todas las visitas terminan con el mismo mandato: una prescripción médica para hacerse la próxima.

Como muchas otras mujeres en Colombia, la primera vez que me hice una citología fue poco después de haber iniciado mi vida sexual. Así me habían dicho que tenía que ser: desde el momento en que fuera sexualmente activa tenía que ir todos los años. Llevo diez años en eso, desde que era adolescente, en la rutina anual de abrir las piernas, sentir el espéculo frío que me abre la vagina y la incomodidad de algo que me raspa por dentro, mientras una ginecóloga me dice que esté “relajadita”, “sueltica”. Al final, los resultados que no entiendo y que la ginecóloga califica con un “todo normal”.

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¿Por qué? ¿Qué es lo que le pasa a una vagina desde el primer encuentro sexual, que debe ser examinada?

Empecemos por el principio. La citología se refiere al estudio de las células, de su estructura y de sus alteraciones. El examen, que también se conoce como la prueba de Papanicolaou, existe desde mediados del siglo XX, cuando se descubrió la técnica para estudiar las células recolectadas del cuello del útero y detectar sus alteraciones. Así se podían detectar las anomalías que anteceden la aparición de cáncer.

Desde entonces, la citología es la forma más efectiva para detectar y prevenir el cáncer de cuello uterino en el mundo. Ese es su propósito.

“Con la citología se hacen algunos análisis que no son realmente el objeto de la citología”, dice el doctor Juan Carlos Vargas, ginecólogo y asesor científico de Profamilia. La citología funcional, por ejemplo, es uno de esos otros análisis que, según él, muestra los cambios que atraviesan las células de las mujeres que han tenido la menopausia y que ya no producen la misma cantidad de estrógeno. Pero en esencia, la citología solo sirve para detectar el cáncer de cuello uterino. “No es un estudio que se utilice para hacer diagnóstico de infecciones vaginales”, dice el ginecólogo.

Entonces, si hay que hacérsela todos los años, ¿significa que el cáncer de cuello uterino es la enfermedad a la que las mujeres somos más vulnerables? ¿Estamos en peligro constante de desarrollar cáncer de cuello uterino?

Por un lado, cuando las citologías no eran un procedimiento regular –antes de la década de los 40–, el cáncer de cuello uterino era la causa número uno de muerte por cáncer entre las mujeres en Norteamérica. De hecho, en Colombia, este cáncer sigue siendo el segundo que más acaba con la vida de las mujeres, después del cáncer de mama. Con este examen las muertes se redujeron. En Norteamérica, por ejemplo, disminuyeron un 75%.

Pero, por otro lado, el cáncer de cuello uterino es una enfermedad que avanza lento y que usualmente tarda años en desarrollarse, por lo que esa premisa de que hay que hacerla todos los años no es tan cierta.

“Desde el punto de vista epidemiológico, la toma anual de la citología no ha tenido un gran impacto en la prevención del cáncer de cuello uterino. Por eso se creó el esquema 1-1-3, que quiere decir que la mujer se hace una, al año siguiente se hace otra y si esas dos son normales entonces la siguiente citología se la tiene que hacer a los tres años”, dice el doctor Vargas.

Eso es lo ideal. Pero el especialista reconoce que lo que se sigue recomendando en el sistema de salud del país es el esquema anual.

En años más recientes se descubrió que un factor necesario para el desarrollo del cáncer de cuello uterino es el virus del papiloma humano (VPH), un virus que se contrae en las relaciones sexuales –no necesariamente penetrativas–. Pero para que un contagio de VPH presente lesiones de infección y luego se vuelva cáncer pueden pasar entre 10 y 20 años. Por eso, en varios países la recomendación es que las mujeres se hagan la citología cada tres años. Esa es la frecuencia suficiente recomendada para detectar anomalías a tiempo y tratarlas antes de que se desarrolle el cáncer de cuello uterino.

Según Choosing Wisely Canada, una organización de la Universidad de Toronto y de la Asociación Médica Canadiense, las citologías de más no solo resultan innecesarias sino que pueden tener riesgos: dar resultados anormales, por ejemplo, que lleven a más citologías y a tratamientos para enfermedades que desaparecerán por sí mismas. Y es que en el caso del VPH, hay más de 100 tipos del virus de los cuales solo cerca de 13 pueden causar cáncer. La mayoría de mujeres contraeremos algún tipo de VPH durante nuestra vida sexual, pero eliminaremos el virus sin haber presentado ningún síntoma en un periodo de dos años.

¿Entonces por qué en Colombia se insiste en realizar la citología todos los años?

La respuesta puede estar, en parte, en nuestro sistema de salud. El esquema de  las EPS, que a menudo nos deja sin médicos de cabecera, puede llevar a que ese tipo de exámenes, que requieren una continuidad particular, no la tengan, y por eso se recomiende hacerla todos los años, ante la duda. Por otra parte, según la organización Choosing Wisely Canada, romper con el hábito de los pacientes puede ser difícil, por lo que es común que las personas –en muchos casos desinformadas– sigan solicitando exámenes que no necesitan y que, por demás, representan un gasto en el rubro de salud de un país.

Sin embargo, la periodicidad ideal de esta prueba parece no ser la única confusión que circula en Colombia sobre el procedimiento. La primera información que muchas mujeres recibimos sobre la citología es que la primera debe hacerse poco después de haber tenido la primera relación sexual. Eso, para muchas, significó someterse al procedimiento desde la adolescencia. Pero la recomendación en otros países es que se empiece a realizar alrededor de los 25 años. La OMS va más allá: recomienda hacerla a partir de los 30. La razón es la misma: el lento desarrollo de la enfermedad hace que se empiecen a presentar anomalías en las células mucho después de haber contraído el virus, más probablemente alrededor de los 30.

En ese panorama, hacerse una citología anual antes y alrededor de los 20 años puede ser un proceso que, además de incómodo, resulte innecesario.

No obstante, sí hay algunos factores que la OMS dice deben ser tenidos en cuenta para iniciar las citologías antes: mujeres que tengan VIH o con sistemas inmunes débiles que sean más vulnerables a infecciones. El ginecólogo Juan Carlos Vargas asegura que otros factores de riesgo para el avance del cáncer de cuello uterino son la desnutrición, la baja ingesta de verduras y el cigarrillo.

A pesar de la confusión que genera la citología, no se puede olvidar que es el método más seguro para detectar anticipadamente la aparición de cáncer de cuello uterino. En ese sentido, es el método que más salva vidas de ese tipo de cáncer y no puede ser descartado, incluso después de la vacuna contra el VPH.

Basta un poco de disciplina y juicio con el autocuidado, y un poco de pedagogía, para ser pacientes responsables y determinar, con la mejor asesoría médica posible, en qué momento hacer la siguiente citología. Lo ideal es hacerse cargo de la salud propia y que la próxima vez que el ginecólogo pregunte cuándo fue la última citología no haya que adivinar.

 

Por Tania Tapia

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