Estos chiquitines aprenden a escuchar los latidos del corazón y se
encuentran con el «pio pio» de un pollito.
La reacción de los pequeños es muy divertida, ellos saben que algo raro
pasa y de verdad creen que el doctor se comió un pollito. La ingenuidad de
los niños es hermosa, para ellos todo es posible. Su imaginación no tiene
límites.
Por El Espectador
05 de octubre de 2013
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