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La risa favorece las secreciones de neurotransmisores cerebrales, regula la circulación y activa el sistema inmune. La ciencia ha encontrado que esta expresión de la felicidad y la alegría relaja la musculatura del cuerpo, y además favorece la respiración. También disminuye la presión arterial e incluso puede aliviar algunos dolores.
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Por supuesto que mejora el ánimo y la autoestima. Las endorfinas son las responsables de la euforia, dan sensación de bienestar y ofrecen otros beneficios en la salud mental y física. Reírse a carcajadas es provocar una descarga de los benefactores de la salud que tenemos en nuestro interior. Se pueden estimular mediante chistes, muecas a uno mismo en el espejo, videos, películas, lecturas y hasta cosquillas.
Si de verdad quieres abrazar esta agradable estrategia terapéutica, debes lograr por lo menos dos o más carcajadas completas al día, y muchas sonrisas a lo largo de las horas. Los niños lo hacen sin esfuerzo, puedes aprender de ellos.
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Aunque las condiciones externas no cambien y no existan motivos para reír, puedes empezar por reírte de ti, seguro muchas de las cosas que han pasado en la vida y que fueron difíciles en el momento, a los ojos de hoy pueden ser vistas de manera risueña. Si en parte lo logras, tal vez en la próxima situación difícil o adversa, podrás reírte en lugar de enojarte o de pelear. Con seguridad será la mejor estrategia para solucionarla, a sabiendas que la misma risa no riñe con la tristeza o el llanto, ni el enfado, solo hace más llevadera la existencia. Ayuda a repararla.
Para favorecer el bienestar, vale recordar la frase popular “al mal tiempo, buena cara”.
Autor de la columna: Santiago Rojas.