¿Y si James se dedica a ser “influencer” y se retira ya del fútbol profesional?

Colombia está tan polarizada, que podría decir que se divide en jamesistas y anti-James. No, no estoy hablando de corrientes vallenateras, me refiero a que los primeros los siguen viendo como el crack que fue en 2014.

Por Columnista invitado

31 de agosto de 2022

Para empezar, quiero agradecerle a James Rodríguez, siempre me quedaré con sus actuaciones estelares en Banfield, Porto, Bayern y algunos chispazos de su talento en Everton. En la tierra de Shakira nunca nadie tendrá su zurda ni su visión para provocar impensables opciones de gol.

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La última noticia sobre el 10 explotó en España y se regó en Colombia. A falta de oportunidades en la élite del fútbol, James se ofreció públicamente a bajarse en salario para tener un lugar en la liga ibérica. ¿Lo recibirán en Valencia?

Los anti-James no le perdonan una al goleador del mundial de Brasil y hasta le sacan gozo a criticarlo. Hacerlo trizas se convirtió en un pasatiempo criollo. ¿Quién se iba a imaginar que la curva descendente de la carrera del cucuteño iba a ser tan abrupta? En Uruguay Luis Suárez y Edinson Cavani la siguen rompiendo, aunque no como antes, pero su vigencia contrasta con la del colombiano.

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El Tino Asprilla empezó a despedirse del fútbol en Brasil antes de aterrizar aquí, el Pibe se graduó de ídolo en Estados Unidos, Óscar Córdoba colgó dignamente los guayos en un grande del fútbol nacional y Jackson Martínez, aquejado por las lesiones, vino a quemar sus últimos partidos en un club antioqueño.

Todos ellos se fueron esfumando sin menoscabar su legado, cosa que no sucede con James Rodríguez, cuyo presente casi que sepulta todos los éxitos que cosechó como joven genio.

Su tamaño es el siguiente: si James hubiera sido brasilero o argentino, habría tenido la oportunidad de disputar un mundial con esas camisetas, que pesan mucho y pocos están llamados a lucirla.

Sí, así es su grandeza, en Japón llegó a ser un ídolo como lo son Lionel Messi y Cristiano Ronaldo en Colombia. Nunca volveremos a tener a un volante de su envergadura, con sus títulos y con su influencia en la Selección.

Pero los amores trasnochados tienen su final. Es decir, James es como Millonarios: tiene hordas de periodistas que lo veneran y lo tratan como si ayer hubiera quedado campeón (parecen contratados por su representante Jorge Mendes). Pero los hechos gritan: hace años dejó de ser influyente en una cancha.

Es hora de despedirnos de uno de los ídolos del Olimpo colombiano del fútbol, que quizás siempre estará al lado de Freddy Rincón y Carlos Valderrama. Incluso, se menciona tanto a James que nos olvidamos del atractivo recambio que tenemos de cara a la siguiente Copa del Mundo: Luis Díaz, Luis Sinisterra, Yaser Asprilla, Jorge Carrascal, Santiago Moreno, Daniel Ruiz y Eduard Atuesta, entre otros.

Colombia tiene mucha tela para cortar, James ya no. Por el bien de la Selección Colombia, deberíamos tumbar el muro de Berlín que hay sobre la estrella del Al- Rayyan y dejarlo ir. Esto significa aprender a verlo como lo que es: un “influencer” que puede ser tenido en cuenta para que analice partidos en Win Sports y para que cuente anécdotas divertidas de su envidiable paso por el balompié europeo.

¡Gracias, James!

Autor de la columna: Alberto Ochoa Mackenzie.

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