La agroindustria del aguacate hass: ¿Amenaza la diversidad y recursos naturales?

El aumento de cultivos de aguacate hass destinado a la exportación ha tenido serias consecuencias ambientales como alto consumo de agua, destrucción de ecosistemas, desplazamiento de cultivos y deforestación, entre otros.

Por Redacción Cromos

29 de enero de 2024

Hoy vemos aguacate hass en todas partes: las redes sociales nos muestran agradables preparaciones en tostadas, batidos, platos saludables e incluso en la industria de belleza con mascarillas y cremas.

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·Según un estudio de 2018 el aguacate fue el segundo alimento más mencionado y con mayor engagement del año en las redes sociales norteamericanas, después del coco y antes de las almendras, con 2,44 millones de posts.

Y mientras que las grandes empresas productoras de aguacate promueven sus beneficios nutricionales y divulgan información positiva sobre el alimento, los datos del impacto negativo de sus cultivos apenas se divulgan, además, con poca influencia a la hora de detener una catástrofe medioambiental. Lo cierto es que el cultivo del aguacate hass supone condiciones muy específicas para su cosecha, entre ellas, altísimas cantidades de agua y, al haberse popularizado en los últimos años, muchas multinacionales han convertido en monocultivos lo que antes eran amplios y fértiles terrenos para la cosecha de diversidad de alimentos y hoy, deja graves consecuencias en los suelos de zonas antes protegidas en Colombia, Chile, México, República Dominicana, Perú, entre otros.

Según datos de la Deutsche Welle, para producir 3 aguacates se requieren 1000 litros de agua, y entre 150 y 200 litros por árbol en riego, el equivalente al consumo diario de 1000 personas.

Según datos de la Deutsche Welle, para producir 3 aguacates se requieren 1000 litros de agua, y entre 150 y 200 litros por árbol en riego, el equivalente al consumo diario de 1000 personas.

Fotografía por: Óscar Pérez

Según la organización y colectivo ambiental EcoGénova, en su investigación de La agroindustria del aguacate hass amenaza la vida (2023), los campesinos de las montañas de Génova en Quindío atraviesan actualmente una complicada situación porque las tierras que antes les aseguraban su sustento hoy solo tienen cosechas de aguacate para exportación de empresas extranjeras que llegaron en los últimos años. Leonarda Vargas, campesina de la vereda de Río Gris Alto a la que le han ofrecido comprar sus tierras (y quien se ha negado) cuenta en la misma investigación: “Se han acabado los cultivos de frijol y de café por los aguacates. Pero yo aquí voy a cuidar mi tierra.” Sin embargo, en esta vereda no hay cómo competir con las grandes empresas, siguen comprándole las tierras a la mayoría de las fincas locales, y quienes se resisten, se quedan a su suerte, pues las empresas extranjeras con fines extractivistas no se van a detener.

El cultivo de aguacate hass se ha convertido en una amenaza que promete un hábitat desolado para las aves, los insectos, los mamíferos, etc., pues han llegado a redirigir cauces de varios ríos para tener las cantidades de agua necesarias para mantener sus cultivos.

¿Superalimento o desastre ambiental?

En los años 90, los aguacates no eran tan populares, pues se asociaban al consumo de grasa, sin embargo, algunos de los valores perpetuados por la cultura de la dieta fueron reemplazados, y como consecuencia, el aguacate se popularizó como la fruta excepcional que es: alta en antioxidantes, grasas monosaturadas, minerales, flavonoides, fibra y altos niveles de vitaminas, entre otros.

Sin embargo, aunque es un alimento nutritivo y delicioso para muchos, la pregunta de si es sostenible es cada vez más apremiante. Según datos de la Deutsche Welle, para producir 3 aguacates se requieren 1000 litros de agua, y entre 150 y 200 litros por árbol en riego, el equivalente al consumo diario de 1000 personas. Para lograr una cosecha, entonces, las grandes empresas han llegado a tomar fuentes hídricas de donde sea necesario, incluso a desviar el cauce de varios ríos alrededor del mundo. “Las multinacionales aguacateras buscan tierras fértiles con agua para lo que ya no pueden hacer con sus tierras de origen,” explica en el mismo documental el senador y activista ambiental Wilson Arias a la investigación de EcoGénova. (Esto es lo que ha sucedido ya en otros países, que agotan sus recursos y luego, se van).

Esa sobreexplotación de la tierra seca los ríos, erosiona los suelos, utiliza grandes cantidades de agroquímicos. Vienen aquí a producir alimentos que luego son exportados y nosotros quedamos con los pasivos ambientales, con los daños en el territorio y en los ecosistemas. Además de los conflictos sociales que ya vemos con las comunidades campesinas. Las empresas cierran vías y caminos, fuentes hídricas, quebradas, etc., presentan un riesgo porque ya no hay agua, ni siquiera para esos cultivos. Actualmente, en Colombia hay monocultivos en zonas de reserva forestal que debían ser protegidas, por ejemplo.”

En mayo de 2022, justo del otro lado de la montaña más alta de Génova, donde se instaló un monocultivo de aguacate hass, se presentó un derrumbe que contaminó las aguas del acueducto con el que se cubren las necesidades de más de 8000 habitantes de la región. Esto porque, al talar los bosques, se modifica la integralidad de la tierra, ya no hay vegetación que la sostenga y la proteja del agualluvia, explica el campesino de la vereda Río Gris Alto, John Fredy Gutiérrez. Por otra parte, Nicolás Quiroz, chileno y vocero del Movimiento por el Agua y los Territorios de Chile, cuenta lo que nos espera si no reaccionamos. En su país se pueden ver las consecuencias de explotación de 30 años de aguacate hass en la región de Petorca, Chile: son desiertos marrones que en algún momento fueron fértiles terrenos verdes.

En Chile, “las multinacionales son ricas en agua porque ya han comprado territorios, tienen a su favor los tratados de libre comercio y los recursos para construir pozos galerías para tomar agua de otros sectores lejanos y tomar el agua que necesiten, mientras las tierras y comunidades a su alrededor han quedado pobres y sin capacidad de reclamar”, explica Magdalena Morgan, gerente de la Cooperativa Rural de Petorca en Chile.

Se han secado los ríos, las quebradas y se ha eliminado la soberanía alimentaria de las poblaciones chilenas. Es una experiencia que no se tiene que repetir en otros territorios.” Desafortunadamente, la mayoría de las empresas que iniciaron en Chile son, precisamente, las que llegaron a Colombia hace un par de años. Ahora, nos queda visibilizar esta problemática, pues aunque se venda como una solución para el desarrollo económico, a largo plazo es una garantía de pobreza; y es urgente velar por la protección campesina, para evitar que se conviertan en comunidades de desplazados sin salida y para cuidar la diversidad y la protección de nuestros recursos.

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Redacción Cromos

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