El lavado nasal es un mecanismo para eliminar el exceso de mocos en bebés o niños pequeños cuando se les dificulta respirar. En los meses fríos, cuando más predominan los resfriados y la gripa y, por lo tanto, la congestión nasal, es cuando más se necesitan.
Aunque parece una maniobra sencilla, puede ser una tarea difícil para algunos padres, especialmente cuando hay que hacérselo a un bebé muy pequeño.
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Como papás debemos estar atentos para saber si los bebés lo necesitan, ya que cuando tienen demasiados mocos podrían ahogarse porque no saben respirar por la boca. Para hacerlo, se introduce suero fisiológico por cada uno de los orificios de la nariz, para expulsar el moco.
Sin embargo, hacerlo puede llegar a ser muy estresante ya que los bebés más pequeños suelen llorar mucho cuando se realiza el lavado, sumado a que controlar los movimientos de la cabeza también puede resultar difícil.
La fisioterapeuta respiratoria de la Universidad Rey Juan Carlos y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), Beatriz Simón, nos explica 3 formas de hacer lavados nasales y algunas recomendaciones para los papás que tienen dudas en este proceso.
¿Cómo hacer lavados nasales?
“Sabemos que a veces no es fácil hacerlos, incluso se puede convertir en una tortura diaria para padres e hijos”, afirma Beatriz. Por esto es importante que encuentres el mecanismo que mejor les funcione, además de entender sus beneficios, riesgos y limitaciones.
Como papás debemos estar atentos para saber si los bebés lo necesitan, ya que cuando tienen demasiados mocos podrían ahogarse porque no saben respirar por la boca.
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1. Boca arriba con la cabeza de lado
Debes ubicar a tu niño tumbado boca arriba con la cabeza ladeada.
Echa el suero fisiológico con fuerza, con una jeringa, por el orificio de la nariz que queda arriba y por el orificio inferior saldrá el suero junto con el moco que haya barrido.
Beneficios:
- Principalmente limpiamos la parte anterior de la nariz correctamente (la parte externa y media).
- Es fácil y rápido.
- Se puede hacer incluso en niños con problemas neurológicos.
- Es el lavado nasal más usado y comúnmente utilizado, por lo que en su mayoría lo hacen sin problema.
Riesgos:
Al ladear la cabeza y echar el suero con fuerza, se puede causar la entrada de moco y suero a la trompa de Eustaquio (oído) provocando otitis.
Limitaciones:
Por la posición de la cabeza, el suero no llega hasta la zona posterior de la nariz (la parte más interna) donde se acumula el moco, por lo que va cayendo a la garganta, causando tos y vómitos.
No es un método útil cuando los mocos son muy espesos porque el suero rebota contra el tapón de mocos.
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2. El niño sentado
Este método es recomendado especialmente para niños un poco más grandes. Sienta a tu hijo con la cabeza inclinada hacia delante.
Se echa el suero con fuerza hacia el interior de la nariz por uno de los orificios nasales y posteriormente por el otro. El suero sale de nuevo por la nariz arrastrando el moco.
Beneficios:
- Con este método principalmente limpiamos la zona anterior de la nariz (la parte más externa).
- Es fácil y rápido.
- Se puede hacer incluso en niños con problemas neurológicos.
Riesgos:
Como el niño está sentado es más difícil tenerle bien sujeto y podría no quedarse quieto.
En bebés es complicado hacerlo en esta posición (y no es para nada recomendado) ya que son demasiado pequeños y no controlan todavía la cabeza.
Limitaciones:
Como la cabeza está inclinada hacia delante, el suero tampoco logra llegar a la zona posterior de la nariz (la parte más interna).
Este método no es útil cuando el moco es muy espeso y se ha acumulado en la zona posterior, por lo que el suero rebotará.
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3. Tumbado boca arriba o sentado con la cabeza hacia atrás
Para esta técnica ubica a tu niño tumbado boca arriba o sentado con la cabeza ligeramente echada hacia atrás.
Echa el suero fisiológico despacio, sin presión, hacia el interior de la nariz por un orificio de la nariz y luego por la otra. El suero irá cayendo hacia la parte posterior de la nariz y resbala hacia la garganta para arrastrar el moco. Las secreciones que estén más adheridas se hidratarán al contacto con el suero y será más fácil sacarlas.
También puedes pedirle a tu hijo que inspire con fuerza, es decir, que sorba, para que los mocos que estén en la zona posterior caigan a la garganta y pueda escupirlos. Si no logra expulsarlos y los traga, no te preocupes, estos llegarán al estómago y al final saldrán.
Beneficios:
- Con este lavado se puede acceder a la zona posterior de la nariz (la parte más interna) donde se acumulan las secreciones.
- Es muy eficaz y no necesita aspirado posterior, con algún aspirador tipo pera.
- Ya que la cabeza no está hacia alguno de los dos lados, no hay riesgo de que entre el suero en las trompas de Eustaquio (oído).
- Los niños más grandes podrán aprenderlo y posteriormente hacerlo de manera autónoma.
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Riesgos:
Hay que ser cuidadosos en el caso de niños con problemas neurológicos o con problemas de deglución.
Limitaciones:
No se recomienda para hacerlo en niños neurológicos y con problemas de deglución.
Si hay mucha congestión por inflamación de la mucosa a veces puede resultar complicado hacerlo.
