Una incómoda enfermedad llamada prolapso genital

Entre el 30 y el 40 por ciento de las mujeres sufren esta enfermedad, que hace que los órganos de la pelvis se descuelguen y se deslicen a través de la vagina. Es una condición muy molesta que se presenta después de pasar los 40 años y que, a pesar de ser prevenible, suele tratarse demasiado tarde.

Por Gabriela Castro Rico

27 de mayo de 2019

"Es malísimo que las mujeres, al ir al baño, contraigan y relajen continuamente la vejiga al orinar. Esto puede generar una infección urinaria", Ángela Gómez García, fisioterapeuta de piso pélvico. / Foto: Daniel Álvarez Baquero.

"Es malísimo que las mujeres, al ir al baño, contraigan y relajen continuamente la vejiga al orinar. Esto puede generar una infección urinaria", Ángela Gómez García, fisioterapeuta de piso pélvico. / Foto: Daniel Álvarez Baquero.

— Hija, mira que se me está saliendo una bola por la vagina –me dice mi mamá.
— ¿Cómo  así  que una bola, ma?
— Hmm… No sé. Creo que es la vejiga, por los partos de ustedes tres.
— ¿Y se puede operar?
— Sí, pero no quiero. Me da pánico quedarme en la cirugía.

La pelvis del ser humano es un esqueleto de hueso en el cual se encuentran la vejiga, el útero, el intestino delgado y el recto. Esta estructura se sostiene por músculos y ligamentos que pueden debilitarse o romperse con el paso del tiempo.  Cuando esto sucede, los órganos se descuelgan y se deslizan a través de la vagina.

Sigue a Cromos en WhatsApp

Es una condición compleja e incómoda que, no obstante, las mujeres suelen simplificar: creen que los partos naturales son siempre los directos responsables del problema y que la vejiga y el útero son los únicos órganos que se ruedan a través de la vagina. Pero no es así. 

En realidad, existen cuatro tipos de prolapso genital:  el de la vejiga, el de la matriz, el del recto y el del intestino delgado. Existen incluso casos en los que se caen varios órganos, como suele pasar con el recto y el intestino delgado. En estos pacientes, el médico debe reaccionar con  prisa, ya que la situación es más grave y más difícil de tratar.

“Hay otro caso que se da en algunas mujeres a las que se les retira el útero. Se llama prolapso de cúpula vaginal. La cúpula vaginal es la parte más alta de la vagina y la hernia se forma por la cicatriz que queda al remover el útero. Al caer, la cicatriz arrastra las paredes vaginales que están a los lados”, afirma Roger Capmartín, ginecólogo especialista en piso pélvico. (Puedes leer: ¿Sabes qué es el piso pélvico?).

***
“Después de mi tercer parto comencé a sentir una bola en medio de las piernas. Me incomodaba usar 'jeans', pantalones, 'shorts'... hasta la ropa interior. Durante cinco años estuve con esa molestia, pero a los 44 años me operaron. Recuerdo que la cirugía fue muy sencilla. No me recomendaron medicamentos, remedios o fisioterapia”: Piedad, 61 años.
***

Aunque el parto vaginal sí puede ser uno de los responsables del debilitamiento de la pelvis –especialmente cuando se presentan grandes desgarros,  el bebé nace con más peso del normal o se utilizan fórceps–, no es el único.  Solo el embarazo y cargar el peso de un bebé por nueve meses puede tener repercusiones. También ocurre después de las cesáreas. 

Hay, además, mujeres que desarrollan la condición sin necesidad de ser madres. Algunos factores pueden influir en estos casos: que sean fumadoras, que sufran de tos crónica, estreñimiento o sobrepeso, que  levanten o carguen cosas muy pesadas con frecuencia... Todo esto genera estrés y presión sobre los órganos pélvicos, lo cual debilita los músculos y los ligamentos, a tal punto que, en ocasiones, el prolapso se diagnostica antes de los 40 años. 

“Las mujeres deberíamos tener, desde temprana edad, una relación mucho más cercana con nuestra estructura anatómica. Tengo pacientes que me dicen: ‘Me levanto súper bien y al medio día siento una masa que me incomoda, que sé que no es de ahí, así que  con el dedo vuelvo y la meto’. No consultamos al sentir un cuerpo extraño, por tabú, temor o pena frente al tema, y dejamos pasar tiempo hasta que ya no podemos caminar, porque es un coco entre las piernas. Ahí sí acudimos al médico”, comenta la fisioterapeuta de piso pélvico Ángela Gómez García.

***
"Después del tercer parto, tuve incontinencia por un tiempo. Hice el ejercicio de contraer mi piso pélvico con juicio y eso ayudó a que mejorará un buen tiempo, pero ahora, con el prolapso, creo que volvió. Desde hace como un mes me estoy mojando. También he sufrido mucho de infecciones urinarias, últimamente más": Patricia, 61 años.
***

Los síntomas

Las mujeres se dan cuenta de que tienen prolapso genital porque empiezan a sentir una masa en la vagina que les incomoda al caminar. También ocurre que tienen sangrados vaginales (diferentes a la menstruación), infecciones urinarias o en la vulva, flujo (que antes no habían tenido) y  dolor en la parte baja del vientre, en la espalda o al tener relaciones sexuales.  

El prolapso también puede relacionarse con la incontinencia y la cistitis, pero sufrir de estos trastornos no implica  que haya necesariamente un debilitamiento del piso pélvico. La incontinencia, por ejemplo,  la padecen entre el 30 y el 40% de las mujeres. “Es muy frecuente. Se puede calcular que una de cada dos mujeres va a tener incontinencia urinaria a lo largo de su vida”, aclara el Capmartín.

Cuando en medio de un prolapso se produce incontinencia, se debe a una obstrucción. Si la vejiga cae, al orinar no se desocupa por completo, aunque hay una sensación de que se ha evacuado. Esa acumulación puede producir incontinencia e infecciones en la vejiga. 

La solución

Como prevención, entre tres y seis meses después de un parto natural o por cesárea es muy importante que el ginecólogo identifique en qué pacientes queda débil el músculo. 

Las mujeres que tengan incontinencia, sientan la vagina floja o algún escape involuntario de gases o heces deben ir a rehabilitación de piso pélvico con una fisioterapeuta, quien  les ayudará a fortalecer de nuevo los músculos. “Al ejercitar el piso pélvico mejora la sexualidad, el autoconocimiento corporal y los hábitos de la vida diaria. Además, se regula el tránsito intestinal, se fortalece la zona, se mejora la postura y se reduce la diástasis abdominal (o separación de los músculos del abdomen)”, agrega Gómez.

Si ya el prolapso existe, hay dos opciones para tratarlo médicamente. La primera es una cirugía reconstructiva, que implica reparar lo que se dañó o se rompió; es decir, levantar  el órgano caído. La segunda consiste en poner una prótesis vaginal de silicona, conocida como pesario, cuya función es sostener lo que se ha caído, de tal manera que no se salga. Cuando la persona no se quiere operar o su salud no lo permite, se opta por esta alternativa. Según la experiencia de Capmartín, 7 de cada 10 pacientes que recurren a este dispositivo deciden no operarse en el futuro.

En cualquiera de los dos casos se debe hacer una rehabilitación. Si hay cirugía, puede ser previa, para fortalecer los músculos que se van a sujetar, o posoperatoria (unas seis semanas después de la corrección). “Claramente, los músculos necesitan volver a coger fuerza y tonificación, pero, además, la rehabilitación se hace para que la cirugía, diseñada para durar diez años, dure veinte”, dice Ángela Gómez. (Puede interesarte: Guía para un buen polvo).

Los cuidados

Durante el primer mes, después de la operación, es clave seguir algunas indicaciones para tener una orina normal. Tomar suficiente líquido, evitar el estreñimiento (con alimentos ricos en fibra), no levantar cosas pesadas y caminar. 

A los pesarios se les debe hacer un aseo periódico. Es importante visitar al médico tratante todos los años para confirmar que no haya infecciones o  lesiones en la vagina.

Es urgente que las mujeres estén alerta para prevenir un prolapso a futuro. Deberían tener una relación más cercana con su cuerpo, evitar los factores de riesgo, perder la pena y, si está sucediendo algo extraño, hablarlo en consulta con el ginecólogo y no restringir información. 

Sería ideal que, desde una edad temprana, las mujeres ejercitaran los músculos de su pelvis y que, en caso de embarazo, se prepararan previamente para el parto. Pero, lo más importante, es cuidar el piso pélvico en el posparto. La comunidad médica debería ser más enfática en ese sentido, ya que prevenir es la mejor opción.

Para más información consulta:

Roger Capmartín, ginecólogo especialista en piso pélvico.

Ángela Gómez García, fisioterapeuta de piso pélvico: 300 7777782.

Por Gabriela Castro Rico

Sigue a Cromos en WhatsApp
Este sitio usa cookies. En caso de seguir navegando se entenderá que usted ha otorgado una autorización mediante una manifestación inequívoca para su uso
Aceptar