![Tener una rutina de ejercicios pone a prueba nuestra fuerza de voluntad.](https://www.elespectador.com/resizer/v2/IOO4W7E4AVCJXB64NVREV5CZFU.jpg?auth=eff9629af2136f15cd55418c6260231f606a18337f21a2bedeeb99297d28f4ec&width=920&height=613&smart=true&quality=70)
Tener una rutina de ejercicios pone a prueba nuestra fuerza de voluntad.
Fortalecer la voluntad se convierte en una estrategia indispensable en el vivir cotidiano. Para lograrlo existe un camino posible que, al practicarse con constancia, genera rápida y eficazmente los resultados deseados.
Te invitamos a leer más contenidos como este aquí
Sigue a Cromos en WhatsAppLee también: Vasectomía y ligadura de trompas: son reversibles, ventajas y diferencias
Primero debemos hacer una autoevaluación, escribiendo los proyectos que no iniciamos, uno a uno, sin importar lo grandes o pequeños que fueron. Luego debemos reconocer por qué no los llevamos a cabo, descubriendo si fue por influencia de otros, por miedo, falta de confianza o por lo que sea.
Así se puede hacer un escrito minucioso sobre los proyectos que no culminamos, reconociendo las causas. Ya teniendo este mapa de nuestra vida, podemos concentrarnos en activar lo que nos hace falta, gracias a un pequeño ejercicio de valor diario.
No es un acto heroico, sino una acción para fortalecer el antídoto contra la condición que ha minado nuestra fuerza de voluntad. Si reconocemos que la influencia de otros es el común denominador, podemos hacer cada día un acto simple o tomar una decisión propia y mantenernos en ella. Algo tan simple como sentarse en una silla distinta de la mesa, decidir qué vamos a desayunar, cómo vestirnos, cambiar la ruta al trabajo, modificar la posición de los muebles de la casa, en fin, cualquier cosa que se pueda lograr con poco.
Te puede interesar: Skin Care: 9 secretos de belleza coreana que debes saber
De hacerlo día a día, al cabo de unas semanas o incluso meses, se llegará al punto más importante: encontrar un propósito a lo que hacemos, al priorizar los actos para ser eficientes y certeros. La manera de lograrlo es muy sencilla: solamente con preguntarnos para qué a todo lo que vamos a hacer (¿para qué me baño?, ¿para qué me visto? ¿para qué cualquier cosa?), y darnos un tiempo para recibir una respuesta a esta duda.
Si lo hacemos, sabremos con certeza la diferencia entre lo prioritario de lo superfluo para poner todo de sí en lo esencial y dejar de lado lo innecesario. Si nos concentramos en el propósito, el método se dará solo.
Autor de la columna: Santiago Rojas.