¡Que la dieta de enero no sea la primera mentira del año!

La búsqueda del peso ideal es la oportunidad para mejorar los hábitos alimenticios. ¿En doce meses el reto será otro?

Por Carlos Torres

30 de enero de 2018

mujer cocinando / Foto: iStock.

 

El afán por adelgazar puede ser más peligroso que la gordura ganada en diciembre. El 2017 todavía está ahí, se acumula blando en el abdomen, en ciertas zonas lumbares y en las mejillas. Porque es difícil pensar en los excesos propios, el estado corporal se resume en un superficial “Estoy gordo”. El ser que habita la figura reflejada en el espejo toma medidas drásticas.  En redes sociales los integrantes de la familia salen regios, a excepción de uno. 

 

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“El peso de tu cuerpo debe ser proporcional al de tu espíritu”, reza un antiguo proverbio chino.  ¿Cuánto pesa el espíritu? Imposible saberlo, pero cualquiera se lo imaginaría muy liviano, casi imperceptible. Principalmente en enero, cuando el mundo suele dividirse en gordos y flacos. Esta noción equivocada debe ser el punto de partida para dar un salto radical. “Las decisiones importantes se deben tomar aquí y ahora, si no me gusta lo que estoy viendo en el espejo, ¿por qué tenemos que esperar un mes o una semana para tomarlas? —se pregunta la nutricionista Juliana Mejía—. Si las pospongo es porque tengo la intención de comer hasta más no poder, con el pretexto de empezar en enero... eso no es querer un verdadero cambio de hábitos, es procrastinar”.

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A mediados de este mes, Juliana recibió, en un día, a 17 pacientes nuevos en su consultorio. A todos los caracterizaba un patrón. En las charlas con cada uno, en horarios distintos, le dijeron "Ayer me matriculé en el gimnasio y hoy estoy aquí". A ella le resultó sospechoso, sus historias posiblemente tienen un final anunciado. “Los cambios hechos a la vez son difíciles de asimilar. Por la premura, seguramente, no vas a ser capaz de hacerlos con juicio, tras años de sedentarismo y falta de conciencia”, dice la nutricionista graduada de la Universidad Javeriana. Está convencida de que en marzo tendrá la mitad de pacientes.  Los propósitos se diluyen en el tiempo, los kilos extra no. 

 

 

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La nutrición es un tema amplio, en el que las dudas brotan con facilidad. Para abordarla es necesario arrancar de una base: el azúcar es nociva en la mayoría de sus formas.  “Una dieta erróneamente se asocia a dejar de comer, a prescindir de lo que te gusta. Reemplazaría esa palabra, dieta, por ‘esfuerzo’, porque cualquiera es capaz de trabajar por su bienestar”. Dicho esfuerzo implica abandonar los fritos, saber combinar carbohidratos y proteínas, respetar las horas de la comida y recibir la guía de un profesional, los planes de alimentación que abundan en Internet están llenos de mitos. Para empezar, Juliana Mejía comparte algunos consejos que podrían ser útiles para cualquiera, incluso para el que está en su peso ideal.

 

 

Prohibido satanizar los carbohidratos

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“Son la única fuente de energía. Al quitarlos te adelgazas rápido, porque el sistema se descompensa. Este efecto es peligroso, pues cuando el cuerpo te lo pide y vuelves a consumirlos, te subes con facilidad. Debemos aprender a mezclarlos correctamente, evitarlos en las noches. Al final del día, de carbohidratos sugiero galletas de soda, maíz pira o tortillas Bimbo. Su contenido de hidratos de carbono es bajo”.

 

 

Tampoco estigmatizar la hamburguesa

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“Una buena hamburguesa no es comida chatarra. Piensa en una con carne a la plancha, acompañada de hortalizas y queso. Para nada es nociva, el problema empieza cuando le adicionas salsa y papas fritas. Hay restaurantes que se han especializado en fast food saludable, pongo el caso de Oliveto, que ofrece pizzas saludables”.

 

 

 

La veracidad de la coca cola light

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“¿La Coca-Cola sin azúcar engorda? Mi respuesta es no. Si me preguntas si es buena, te respondo con otro no, porque el carbonato de sodio de las gaseosas mata la flora intestinal. En el estómago tenemos una cantidad de maticas y animalitos buenos, que funcionan como el colador de la basura que comemos, sin darnos cuenta. El día que consumes una manzana y se te infla la barriga, probablemente vas a decir “la manzana me cae mal”. No es que te esté haciendo daño, la inflamación se presenta porque ya no tienes una flora intestinal que filtre las bacterias de los alimentos. Por eso hay una epidemia de intolerantes a ciertos productos. El origen del problema es el consumo de aguas carbonatadas”.

 

 

 

Escuchar la alarma 

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“El cerebro tiene un neurotransmisor llamado sistema de saciedad natural, que se altera con la observación. Frecuentemente, estamos satisfechos y, de repente, aparece un postre en la mesa. Si somos papás, vamos cogiendo lo que dejaron los hijos en el plato. La cantidad de comida no la establece un menú ni una nutricionista, la determina a gritos tu propio sistema”. 

 

 

 

El alcohol, otra bebida satanizada

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“Bien administrado resulta provechoso para la salud. En el caso del vino, una copa en la noche es buena para el corazón y el sueño. Se convierte en problema cuando dejas vacía la botella de vino, de aguardiente o de cerveza. El alcohol, en dosis pequeñas y ocasionales, no es un problema”.

 

 

Ojo con el culto hacia lo integral 

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“Una tajada de pan integral y una de pan blanco valen lo mismo. La diferencia está en que unas tienen fibra y las otras no. Es decir, las primeras ayudan al funcionamiento digestivo. A veces, dicha fibra es un engaño en el empaque. En Colombia es escasa la harina integral, si la hay, el precio de los productos es elevado. Son contadas las panaderías que venden verdadero pan integral, en donde un bloque de diez tajadas puede valer treinta mil pesos. Los panes integrales, de cualquier comercio, apenas tienen un toque de salvado”. 

 

 

Foto: Istock

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