Ser madre no es el paraíso ¿Quién dijo que es lo más hermoso?

La maternidad es el arte de dar lo que no se tiene. Es la lucha constante entre lo ideal, lo soñado y lo real.

Por Columnista invitada

23 de mayo de 2022

Maternidad: ¿qué pasa con el sexo después de tener hijos?

Maternidad: ¿qué pasa con el sexo después de tener hijos?

Fotografía por: Pexels

Maternidad es una palabra cargada de significados a niveles emocional, funcional, simbólico, representativo y religioso.

Muy lejos de ser un instinto, la maternidad es un deseo. Uno bastante individual, es decir, cada mujer de acuerdo con su historia, su personalidad y sus objetivos de vida va o no a desear ser madre a lo largo de su camino. Y, como todo deseo, en el momento en que es realizado y toca el presente, suele ser muy distinto de lo que se ha imaginado y se descubre que no es el paraíso.

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La maternidad es el arte de dar lo que no se tiene. Es la lucha constante entre lo ideal, lo soñado y lo real. Poder desidealizar ese concepto es fundamental para que la mujer no sienta la culpa ni sufra cuando los sentimientos, bastante normales, de amor, ambivalencia, frustración, cansancio y tantos otros, lleguen en un momento en que se esperaban otras emociones.

Por romantizarla, la sociedad no acepta a la mujer que expresa sus dificultades durante ese proceso de aprendizaje del amor, porque es un aprender diario a amar a otra persona y, al mismo tiempo, saber administrar las cobranzas externas para ejercer un rol idealizado por la humanidad.

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Tener hijos no transforma a ninguna mujer en heroína, porque sigue siendo una persona real, con su esencia, con su sexualidad, sus miedos y sus individualidades. Muchas veces quiere pedir auxilio, siente ganas de abandonar y, por lo general, no lo puede expresar. Siente que está encasillada en un personaje que no admite errores ni debilidades.

Poder ver la maternidad real, sin libretos, sin modelos y sin fórmulas mágicas, es realmente liberador. Es abrir espacio para que se viva ese proceso de aprendizaje con más placer y, sobre todo, con mayor naturalidad.

Autora de la columna: Flavia Dos Santos.

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