Flavia dos Santos: “No más burlas a los genitales, hay que abrazar su diversidad”

Los genitales, que suelen ser lo primero que se asocia cuando se habla de sexualidad, son una de esas partes que se tornan blanco de ataques. ¿Y quiénes lo hacen? Los maleducados sexualmente.

Por Flavia dos Santos

23 de septiembre de 2023

La sexualidad, que es una fuente de placer, de comunicación y experiencias, también puede transformarse en fuente de angustias. Diferente de los animales (todo el movimiento sexual es instintivo y tiene como objetivo la reproducción), en los seres humanos es más bien interesante.

El placer para todos nosotros es aprendido y buscado a partir de las experiencias anteriores, de los aprendizajes teóricos y prácticos, así como de las curiosidades, y van dando el contorno a nuestras elecciones y formas de vivir el placer sexual.

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Pero cuando hay interferencias traumáticas en ese proceso constructivo, tanto el deseo como el placer pueden quedar comprometidos. Los traumas no necesariamente tienen que venir de agresiones al físico, ya que muchos de los que provocan una enorme carga de sufrimiento psíquico vienen de palabras, miradas, críticas y prohibiciones.

Los genitales, que suelen ser lo primero que se asocia cuando se habla de sexualidad, son una de esas partes que se tornan blanco de ataques, principalmente de los “maleducados sexualmente”. A menudo se ven hombres y mujeres que fueron señalados por la forma, por el tamaño y hasta por el olor de sus genitales.

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Cuando hay educación sexual hay enseñanzas a las diferencias entre todas las personas, es decir, si en las manos ningún dedo es igual al otro, obviamente podemos concluir que ningún cuerpo será igual a otro. Los que no tuvieron acceso a información sexual carecen de la idea de la variedad del humano, quizá por eso terminan causando traumas en las personas que consideran diferentes o, aun peor, “anormales” con sus críticas o percepciones erróneas sobre el otro.

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Se necesita educación sexual y, más que todo, un buen trabajo terapéutico para librarse de esas críticas a los genitales, ya que muchas veces el bloqueo del deseo, del placer y de la libre expresión en el sexo se debe a la preocupación acerca de los propios genitales (ser o no parte de la tan imaginada “normalidad”). Aprender antes de asumir verdades inexistentes evita traumas en las personas que se cruzan por el camino.

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