Psicopatía infantil: rasgos que atraviesan el límite de las travesuras

Una persona con psicopatía no nace y tampoco se hace. Más bien, esto conlleva una mezcla de varios factores.

Por Redacción Cromos

12 de abril de 2023

Cuando oímos hablar de psicopatía, solemos imaginar a adultos criminales. No obstante, un niño puede matar o llegar a convertirse en una persona con psicopatía.

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Reconstruimos la historia de Cayetano Santos Godino, un hombre que en su infancia incendiaba niños y descuartizaba animales.

¿Cómo saber si un niño tiene psicopatía?

Nos referimos a un hombre cuyos rasgos de personalidad coinciden con rasgos que la psiquiatría moderna ha detectado en menores que matan. Aunque suene extraño y extremo, un niño puede asesinar o convertirse en la adultez en un asesino.

La historia de Cayetano Santos Godino lo demuestra. A pesar de las múltiples cicatrices producidas por las palizas que recibía de su padre, Cayetano, de 9 años, nacido en Buenos Aires, no paraba de cometer actos que atravesaban, por mucho, la línea de las travesuras. Un día su padre lo llevó a la comisaría después de que, al intentar ponerle un zapato, vio un pájaro muerto en su interior.

Luego descubrió, debajo de su cama, un cementerio de animales descuartizados. Lo que el adulto no sabía en ese momento, según cuenta un largo perfil publicado en la extinta revista peruana Etiqueta Negra, es que ya había matado a una niña de dos años.

Cayetano fue educado a los golpes por su padre, un inmigrante italiano entregado al alcohol. Su madre, entretanto, murió joven. Su infancia transcurrió en numerosos colegios de los cuales salió expulsado siempre. Si bien tuvo múltiples enfrentamientos escolares, su primera víctima fue una niña de dos años, María Rosa, que raptó de un almacén y la llevó a un paraje solitario para pegarle e intentar estrangularla. Como ella se resistía a morir, él decidió sepultarla viva en una zanja y cubrirla con tierra.

Cayetano Santos Godino

Cayetano Santos Godino

Fotografía por: Getty Images

Cayetano Santos Godino cometió la mayoría de crímenes cuando tenía 15 años. También robó y provocó incendios. Por ejemplo, prendió en llamas una licorera, de lo cual declaró cuando lo arrestaron: “Me gusta ver trabajar a los bomberos, me gusta ver cómo caen en el fuego”. También prendió en fuego a una niña de 5 años que murió en cuestión de minutos.

Su carrera delictiva terminó tras las rejas. Solo, incomunicado, sin visitas, sin correspondencia, falleció a los 48 años tras una presunta paliza que le generó varias hemorragias internas. Hasta el último minuto, no mostró arrepentimiento alguno por sus actos. ¿Qué pasaba por la mente de este hombre? ¿Cómo puede explicarse su furia contra el mundo?

Hace un siglo, cuando ocurrió esta historia, que se convirtió en una leyenda del crimen argentino, un médico que le impidió la salida de la cárcel expuso: “Es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean”. Su diagnóstico nunca trascendió más allá.

Lo cierto es que algunos rasgos del comportamiento de Cayetano Santos Godino coinciden con los rasgos que la psiquiatría moderna ha detectado en niños que pueden llegar a matar o incluso convertirse en psicópatas. La revista Guía Infantil, con más de dos décadas de experiencia en el asesoramiento de padres y madres sobre la educación de sus hijos, propone algunos signos que pueden prender las alarmas.

El primero es la crueldad animal. Cuando los niños interactúan de formas violentas con los animales, como lanzarles piedras a los pájaros o sacudir la correa del perro hasta hacerle daño. Si le explicas al menor que no está bien lastimar a seres indefensos y lo repite, e incluso detectas que lo disfruta, podrías evaluar llevarlo a consulta psicológica.

Otra conducta, que Cayetano Santos Godino también tenía, es la piromanía, tendencia patológica a provocar incendios. Algunos niños expresan su furia y desafían a la autoridad incendiando cosas de forma deliberada. Si notas satisfacción o ausencia de preocupación tras provocarlo, es importante tomar medidas. La falta de empatía también es un comportamiento de la psicopatía infantil. Puede definirse como la incapacidad de conmoverse o sentir compasión frente al dolor de los otros.

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Guía Infantil señala otros rasgos, aunque deben mirarse con lupa. Uno de ellos es mentir sin remordimiento. En este punto, debe tenerse presente que muchos niños mienten por miedo a ser castigados o para conseguir algo que les ha sido negado, lo cual es un comportamiento natural y cotidiano. La gravedad radica en el calibre de esas mentiras y en la ausencia de arrepentimiento por las consecuencias desatadas.

En esta misma línea está el gran poder de manipulación. Un niño puede aprender a persuadir a los demás para que hagan lo que él quiere apelando a las emociones. Esto no reviste trascendencia propiamente. El asunto es cuando esas técnicas de manipulación son perfeccionadas cada vez más sin importar en absoluto el impacto que causa del otro lado. Si percibes que el menor busca incesantemente el fin sin preocuparse por los medios, es momento de tomar medidas en casa o buscar ayuda profesional.

Para finalizar, es importante tener en cuenta que es responsabilidad de los padres o de los adultos a cargo cuidar la salud mental y física de los hijos, por lo cual es recomendable hacer seguimiento a todos los rasgos descritos y evaluar la posibilidad de consultar a un especialista para tratar el problema a tiempo.

Destacados de la historia

· Una persona con psicopatía no nace y tampoco se hace. Más bien, esto conlleva una mezcla de varios factores. La psicopatía es multifacética, determinada por la interacción entre genética, ambiente, aprendizaje y experiencias personales.

· La crueldad animal, la piromanía, la ausencia de empatía y el gran poder de manipulación son signos que pueden prender las alarmas de los padres.

· Algunas resonancias magnéticas de cerebros de personas con psicopatía muestran diferencias con cerebros de la población en general. Estas diferencias muestran una maduración acelerada que podría ser resultado de un sufrimiento emocional intenso durante la infancia, apunta el psiquiatra Parc Taulí Narcís Cardoner.

· Una de los tratamientos más frecuentes para estos casos es el terapia cognitivo conductual, en la que se abordan los trastornos de personalidad y los pensamientos sobre sí mismo, los demás y el mundo que lo rodea.

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