Carmen Larrazábal: "Amar sin negociar es imposible"

La abogada y sicóloga da claves para negociar en pareja, antes de la boda o de vivir juntos.

Por Beatriz Arango

07 de marzo de 2017

Carmen Larrazábal: "Amar sin negociar es imposible"
Carmen Larrazábal: "Amar sin negociar es imposible"

Carmen Larrazábal: "Amar sin negociar es imposible"

Por: Beatriz Arango

Fotos: David Schwarz

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Las parejas, antes de convivir, negocian de forma permanente, a partir de temas complejos y, si se quiere, conflictivos. La experta en sicología, derecho y conciliaciones, Carmen Larrázabal, asegura que siempre se buscan acuerdos en temas que generan conflictos, jamás ocurre a partir de las bondades. 

 

Economía, maternidad, hijos, finanzas, deudas, y el ítem Varios, como los hijos fuera del matrimonio, los gastos extras, como una cirugía plástica, un carro lujoso o ropa de marca componen, entre otros, la agenda que pone a prueba la estabilidad y honestidad de las relaciones.

 

Carmen Larrazábal es sicóloga y abogada, profesiones a las que se refiere como sus dos primeros amores. Se ha graduado en cinco especializaciones, como derechos humanos, derecho administrativo y constitucional. Especialista en sexualidad humana y en conciliación, hoy es candidata a su segundo doctorado.

 

Cuando explica un tema lo hace con sencillez y simpleza, alejada de los diplomas y cercana a las realidades de sus pacientes o clientes, según el caso. Una libreta verde menta se abre con delicadeza, a su lado, la doctora dispone una pequeña bolsa con lapiceros de varios colores. En el cuaderno tiene la guía de esta conversación, escrita en seis páginas. Rigurosa y ordenada, la doctora comparte su conocimiento en espacios de radio y televisión, además de la consulta particular. 

 

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"La negociación no es sencilla, es un arte, una habilidad que se puede aprender", dice Carmen.

 

 

Condiciones

“Cuando se habla de negociar, lo primero que se debe establecer son las condiciones. Y si nos referimos a la pareja, entonces conviene determinar su estado: ¿solteros, casados, separados, divorciados, en convivencia de hecho de más de dos años?

 

Larrazábal precisa que estas conversaciones deben sostenerse a priori, antes de la convivencia, antes de la boda, para que durante la vida en común no haya sorpresas o surjan molestias que se tornen innegociables.

 

Pero, de ¿dónde nace este tema esencial en el desarrollo exitoso de una pareja? La especialista nos pide trasladarnos a los años 70, cuando “los roles estaban muy definidos: el hombre era el proveedor económico y quien daba la última palabra en las decisiones del hogar. La mujer buscaba un hombre para formar una familia y dedicarse a atenderla y a cuidarla”. Aquí, dice la doctora Larrazábal, ocurre la primera conducta errada: la sumisión de la mujer. Errada, porque asegura, es un gesto que no sirve para nada. 

 

Luego vinieron la revolución femenina y las revoluciones sexuales, que cambiaron las ideologías y, por ende, los roles de ellas en diversos escenarios sociales.  

 

Aparece, dice la doctora, una mujer que tiene como centro su hogar, pero también la academia y el trabajo, donde empieza a ser reconocida, a ser requerida, y por lo tanto, procura mejores ingresos, para ella y para los suyos, y, claro está, su crecimiento personal fuera de casa. 

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Tipos de negociación

Para que la pareja de hoy funcione, con una mujer más evolucionada en su formación y necesidades, necesitan conjugar el verbo Negociar. ¿Cuándo? ¡Todo el tiempo! ¿Cuándo? Antes de convivir. 

 

Y es que los nuevos roles y dinámicas traen otras formas de asumir la vida en pareja y, por supuesto, llegan nuevos conflictos, más complejos. Porque, añade la doctora, ambos quieren (y necesitan) opinar acerca de los hijos que van a tener, cómo los van a formar, en qué van a invertir el dinero, si cambian o no de carro, si compran casa o apartamento, cuánto dinero aporta cada uno en casa. 

 

En esa medida, precisa, si no hay acuerdos preestablecidos, la relación se puede estancar y volverse conflictiva por un solo detalle: no saber negociar y resolver los conflictos en medio de una lucha de poder. 

 

Es ahí cuando surgen preguntas, en tono de reclamo, del tipo de: si los dos pagamos las vacaciones, ¿tú por qué elegiste Europa y yo Villa de Leyva? ¿Por qué tu carro es de mejor modelo que el mío? ¿Por qué si yo ahorro para tu regalo de cumpleaños tú no haces lo propio?

 

Preguntas que parecen tan incómodas, como complicadas las respuestas, pero que no se deben evitar por ningún motivo.

 

¿Qué se necesita para lograrlo? Una comunicación abierta, asertiva y sincera, dice Larrazábal.

 

Negociar es una habilidad que nos permite sobrevivir y, sin duda, tener una unión estable y duradera. Y recuerda que en su consulta ha visto que la génesis de grandes problemas son asuntos elementales, pero que revisten gravedad al no consultarse con la pareja y, especialmente, a tiempo. Uno de ellos: tomar la decisión de respaldar el préstamo bancario de un familiar con las propiedades de la sociedad conyugal. O no hablar con sinceridad sobre el monto del salario que cada uno gana y enterarse por accidente, al descubrir una colilla de pago o la carta de un bono extra. 

 

Otro tema sensible, que es mejor conversar antes de dar el sí en el altar o en la notaría, es la dedicación al hogar. ¿Qué espera el uno del otro? 

 

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La experta recuerda que hay tres tipos de negociación. Primero, la escalonada, en la que ambos van cediendo un poco hasta llegar al mismo nivel. Al lograrlo pueden ser más proactivos. En segundo lugar, la negociación tipo canje, en la que se propone y acepta un intercambio de tareas. No estaré el fin de semana en casa por mi trabajo, pero en la semana hago el mercado y recojo a los niños en el colegio. Y por último, la combinada, en la que se mezclan los estilos y se resuelven las necesidades o gustos de ambos sin entrar en conflicto. Por ejemplo: mientras tú ves el partido, yo me voy al centro comercial con mi mamá.  

 

Ojo con el amor

Se tiene idea equivocada de lo que es el amor, se cree que al amar hay que someterse o aceptar todo lo que sugiere el otro.

 

“Las mujeres creen que el otro no las va a frustrar nunca, pero se les olvida que la condición humana no cambia y la masculina mucho menos”. Por eso, sugiere, no hay que dejar todo en manos del amor o adjudicarle responsabilidades y cargas que no le corresponde. 

 

El amor es un ingrediente importante, pero sin negociación es imposible. Amar sin negociar es imposible, dijo. 

 

¿Qué se negocia? TODO. Se conversa y se buscan acuerdos sobre temas fundamentales como el número de hijos, qué religión van a profesar con ellos, si alguno de los dos es extranjero, en qué idioma les hablarán; cuánto tiempo van a trabajar y si implican viajes, quién cuidará a los hijos. Y sobre temas que parecen más cotidianos, pero no por eso menos complejos, como el destino de las vacaciones, dónde pasarán las fiestas de Navidad y fin de año o un préstamo de dinero a un familiar. 

 

Hay que tener cuidado con los enganches emocionales o manipulaciones, toda vez que no se puede pensar que el otro debe adaptarse a mis pretensiones. 

 

En un caso concreto, la doctora Carmen indica que hay contratos laborales que hacen temblar los contratos emocionales. Por ejemplo cuando ella le aconseja a su esposo que no acepte el trabajo que le ofrecen para dictar clases los fines de semana en una universidad, porque el tiempo de la familia qué. ¿Y el crecimiento de él como ser humano? ¿No sería mejor ayudarlo a sentirse útil y activo en otro ámbito?, precisa la experta.

 

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Lo que se debe evitar

 

Para que la pareja llegue a acuerdos exitosos y pueda conversar sobre los temas que van a negociar, la doctora Larrazábal indica que es de vital importancia el tono de las conversaciones, en la que recomienda evitar señalar al otro o acusarlo. “Hay que hablar siempre de yo o de nosotros”, para que el diálogo fluya. Sugiere, en lo posible, evitar el uso de las palabras Siempre y Nunca, que pueden resultar detonadores de una molestia mayor y enrarecer el discurso planteado o, lo que sería peor, cerrar las puertas de la conversación. 

 

También menciona no jugar sucio, tener segundas intenciones o manejar agendas ocultas, como la existencia de un hijo, gastos extra con la familia como la mesada para los padres, propiedades a nombre de otra persona, sociedades, monto del salario, cuentas bancarias, inversiones. O problemas de la familia como embargos, y temas de salud, como los antecedentes genéticos de la familia.

 

Para que la relación fluya y los acuerdos se conviertan en parte natural de la vida en pareja, es indispensable no incumplir lo pactado o hacer pseudoacuerdos, es decir, prometer lo que uno de los dos sabe que no va a cumplir. 

 

Otro detalle que conviene evitar a fin de construir una relación sana es insistir en el mismo punto cada vez que hay conflicto. 

 

“Las mujeres somos historiadoras y dueñas de una excelente memoria y siempre estamos haciendo énfasis en detalles y hechos, que ellos ya olvidaron o sobre los que ya pasaron la página en bien de la relación”, anota. 

 

Y por último, y muy importante, en las conversaciones no deben quedar cabos sueltos. “Si tienen una duda, pregunten, resuélvanla de inmediato. No se queden con inquietudes que luego los van a mortificar”.

 

Así se negocia

La negociación necesita comunicación, añade Larrazábal, y siempre implica un orden para expresar lo que debemos. Y pide no olvidar que hombres y mujeres nos comunicamos diferente. Mientras ellos son directos y básicos y no vinculan sus expresiones a los sentimientos, las mujeres damos rodeos y usamos adjetivos de forma excesiva. Y siempre vinculamos afectivamente las expresiones, las propias y las del otro.

 

Por eso, recomienda llegar a este tipo de charlas sin pretender adivinar o establecer libretos. Y si ambos tienen claro que hay un problema para aclarar, como la educación de los hijos en términos religiosos, entonces hay que proceder a determinar, reconocer y resolver, sin plazos. “Si conflictuamos, no pasa nada. Si conflictuamos y hablamos, los dos vamos a ganar”. 

 

Y ahora, la gran pregunta: ¿Cómo se negocia?

 

Primero, de manera asertiva. Esto es, explica Larrazábal, siendo conscientes de que en este proceso se pierde, pero siempre se gana, por lo que hay que llegar a la conversación con buena actitud y usar las palabras adecuadas, en el momento adecuado y en el espacio adecuado. 

 

Estar seguros, agrega, de que no siempre se estará de acuerdo con el otro. Pero llegar a un acuerdo ya es ganancia y este es uno de los mayores retos que enfrentan las parejas antes de compartir el mismo techo: conversar abiertamente de un asunto que incomoda a ambos.

 

Y así, dice, la relación crece, porque “cooperamos para llegar a una solución que nos da satisfacción a los dos”.

 

Este test, les ayudará a comprender qué tan buenos o malos negociadores han sido. No se desanimen, la doctora dice que se trata de una habilidad que se puede aprender. Así que manos a la obra. 

 

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Claves de una buena negociación:

 

1. Tranquila

Ambos escuchan con atención y eligen conversar un tema por encuentro.

 

2. Ordenada 

Hacen una lista de los temas y se expresan con respeto. Presentan opciones sin quejas. 

3. Concreta

Prestan atención y reiteran las ideas para mayor claridad y dicen varias veces: “¿Estamos de acuerdo?”. 

Por Beatriz Arango

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