"No estamos luchando por ser como los hombres", Rosa Emilia Salamanca

La labor de la Subcomisión de Género en los diálogos de La Habana, funciona para que los acuerdos de paz sean incluyentes.

Por Redacción Cromos

05 de septiembre de 2016

"No estamos luchando por ser como los hombres", Rosa Emilia Salamanca
"No estamos luchando por ser como los hombres", Rosa Emilia Salamanca

Por Rosa Emilia Salamanca

 

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La tarea es realizar una entrevista a Rosa Emilia Salamanca, pero ella dice que el trabajo de las mujeres en Colombia es plural y no de una sola persona. Por eso el  perfil sobre ella se convertirá en una conversación de varias mujeres. Desde el saludo, la secretaria del colectivo de Pensamiento y Acción Mujer se expresa con naturalidad y sin poses. Mientras espera a sus compañeras en su oficina, explica la base de su pensamiento: “las mujeres no estamos luchando por ser como los hombres; estamos haciendo la revolución silenciosa, en el código, en el discurso, en la construcción de relaciones, reconociendo que tenemos sentidos comunes y factores diferenciales”, dice con simpleza. 


El motivo de este encuentro es la labor de la Comisión de Género en los acuerdos pactados entre el Gobierno y las Farc. Para entender esta coyuntura, hay que remontarse a la resolución 1325 de la Organización de Naciones Unidas de 2002, que “insta a los Estados Miembros a velar por que aumente la representación de la mujer en todos los niveles de adopción de decisiones de las instituciones y mecanismos nacionales, regionales e internacionales para la prevención, la gestión y la solución de conflictos”. 

 

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Antes de los diálogos de La Habana, las organizaciones de mujeres ya se la estaban jugando por la paz. Las negociaciones que arrancaron en septiembre de 2012 las vieron como una oportunidad para seguir reivindicando sus valores de igualdad. Sin embargo, en la conformación de la mesa se llevaron una sorpresa: los negociadores eran solo hombres. ¿Y las mujeres? ¿Y la resolución 1325 de la ONU? Tuvieron que pasar dos años para que se creara la Subcomisión de Género (liderada por la delegada del Gobierno María Paulina Riveros y la guerrillera Victoria Sandino), la misma que recientemente actualizó con enfoque de género los acuerdos de reforma rural, participación política, solución a drogas ilícitas y víctimas.

 

“La paz es  una oportunidad para repensarse, es entender que hay un humano detrás de otro y de la otra, la paz es tener la capacidad de saber que vivimos en una sociedad que discrimina, que está gobernada por elites que no se dan cuenta de que la gente necesita respeto por sus derechos”, dice Rosa Emilia.


Una por una van llegando las invitadas a la oficina. Son tres y se sientan a la mesa. Katherine Ronderos pertenece a la Women’s International League for Peace and Freedom,  una organización pacifista con 101 años de antigüedad. Su filial en Colombia, la Limpal, trabaja con las mujeres víctimas del conflicto armado en Bolívar, Meta y Bogotá. “En el marco de los diálogos estamos comprometidas con el desarme de las Farc. Vemos valioso el desarme de la población civil. Según Medicina Legal, el 70% de las muertes de mujeres son con armas de fuego”, manifiesta. Danny Ramírez vive entre Buenaventura y Bogotá. Representa a la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas.

 

Es alegre al expresarse: “Sabemos que todos los problemas no se van a solucionar con el proceso de paz, pero es una ventana de oportunidad que nos puede traer mejores resultados. Nosotras queremos que la situación de las mujeres negras sea pertinente en los diferentes puntos de la agenda de negociación, que podamos estar en todos”. 

 

Del lado de la población LGBTI está la organización Colombia Diversa. Su directora ejecutiva, Marcela Sánchez, aporta su visión: “hemos trabajado hace doce años por hacer visibles los derechos humanos contra esta población, por demandar del Estado respuestas efectivas, situación que no era muy visible en el país. Hemos hecho litigio estratégico para cambiar el marco legal, con el fin de que sea proyecto. Que al menos haya un mínimo de igualdad legal, reconociendo que no es suficiente”.


La conversación es larga y entretenida. Los problemas de la mujer colombiana vienen con soluciones. “Nosotras queremos pactar, por eso nos vamos a apropiar de esos acuerdos. Es inimaginable la labor de las mujeres en la regiones, me hubiera gustado que vinieran veinte a esta reunión”, cierra Rosa Emilia. Vinieron cuatro, pero ellas, en una revolución silenciosa, están dejando sus pestañas en este momento histórico. A diario, juntas, perfeccionan su resiliencia. A falta de la firma definitiva de la paz, encarnan las razones para creer en los diálogos y para los que desconocen la labor de las organizaciones de mujeres. “Una paz que no pase por el reconocimiento de los derechos de todos, por un mínimo de dignidad, con la posibilidad de salir a la calle sin miedo, de vivir una vida libre de violencia, no es completa. Apoyamos la firma del acuerdo, pero sabemos que es un desafío”, concluye Sánchez.

 

Fotos: Daniel Álvarez. 

Por Redacción Cromos

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