¿Cómo hablar de pornografía con los hijos?

Padres, ya es hora de quitarse el traje del pudor, el tabú, la vergüenza y la mojigatería. Recuerden que la educación comienza por casa.

Por La mamba

29 de abril de 2019

Las cosas como son. Es clave llamar a la vagina y al pene por sus nombres. Debemos normalizar lo que antes era tabú para que los niños hablen con tranquilidad. / Foto: Getty.

Las cosas como son. Es clave llamar a la vagina y al pene por sus nombres. Debemos normalizar lo que antes era tabú para que los niños hablen con tranquilidad. / Foto: Getty.

Uno de los temas de conversación entre padres e hijos que más incomodidad y vergüenza genera es el sexo. En mi familia, por ejemplo, el tema era intocable y cuando surgía una pregunta de índole sexual solo recibía evasivas como respuesta. 

Actualmente, con el boom de la tecnología y las redes sociales, es mucho más fácil que los niños y los adolescentes tengan acceso a todo tipo de contenidos, incluida la pornografía. De modo que, si tienen una duda y sus papás no la solucionan, es mucho más fácil para ellos buscar respuestas en Google o, incluso, entablar peligrosas conversaciones con extraños al otro lado de la pantalla. 

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Por eso es clave hacer la vergüenza a un lado y crear espacios para hablar con franqueza de sexo y pornografía. 

1. No estigmatizar estos contenidos para poder generar un diálogo basado en la confianza. 

2. Informarse. “Como adultos tenemos que informarnos lo suficiente para tener dominio sobre lo que estamos hablando. Y, por supuesto, tener información actualizada, porque muchas veces estamos tan distantes generacionalmente de nuestros hijos que no entendemos de qué nos hablan”. Mónica Patricia Solano, sex coach y directora de Consexuarte, agrega: “Informarse correctamente es fundamental; para ello, los padres de familia pueden pedir ayuda a expertos”. 

3. Estar abiertos a la conversación. De acuerdo con González, cuando los niños comparten información sexualmente explícita es necesario mostrar apertura, no rechazarlos o tratarlos mal, porque esto hace que pierdan la confianza y que recurran a terceros. Los padres siempre pueden hacer una gestión más responsable de esos contenidos.

4. Hablar desde la experiencia. Ponerse como ejemplo es una gran estrategia de cercanía y confianza.

5. Enseñarles rutas de acción. Se les debe explicar con claridad qué es lo que deben hacer y por qué, cuando sus amigos están viendo cierto tipo de contenidos indebidos para su edad o cuando, de repente, se les abre una página pornográfica. 

6. Cada cosa con su nombre. “Muchos padres sienten vergüenza de hablar de los genitales con nombre propio. No caen en la cuenta de que no debemos tapar ninguna realidad. Entre más abiertos estemos al diálogo y más normalicemos las cosas, nuestros hijos estarán más dispuestos a hablar con nosotros”, asegura González.

¿Cómo ejercer una vigilancia sin ser invasivos?

A nadie le gusta que lo espíen, lo sobreprotejan o lo limiten, especialmente en la etapa adolescente. Por eso, más allá de imponer prohibiciones, se puede ejercer un rol vigilante casi que ninja: estar alerta pero mantener el bajo perfil. 

“Como papás debemos hacernos preguntas como ‘¿Tengo conocimiento de cómo bloquear páginas indebidas para mis hijos?’, ‘¿Me he acercado de forma amorosa a compartir con él lo que ve en el computador?’. Mi hijo no se sentirá incómodo con mi presencia o supervisión si mi actitud de aproximación a él es desde la ternura, la firmeza con amor, el respeto, la apertura, la claridad de conceptos y valores, y el entendimiento de sus necesidades”, argumenta Solano. 

González ve la otra cara de la moneda y explica que es muy probable que, en un principio, especialmente los adolescentes, sientan que la vigilancia es una violación a la privacidad. 

“Los niños y adolescentes no han terminado de formar el lóbulo temporal, que es el de la autorregulación;  por eso no pueden medir las consecuencias de sus actos o el riesgo al que se están exponiendo. Es fundamental el control parental en televisores, tabletas y celulares, conocer sus historiales de búsqueda, controlar las claves de acceso, conocer sus intereses y amigos, y así formar un cerco de protección y cuidado”. 

“A medida que crecen tienen más dudas. Si ellos preguntan es porque esa información ya está en el ambiente. A veces tienen vergüenza o miedo de preguntar, por lo que es bueno que nosotros promovamos estas conversaciones y hacerles sentir que si tienen alguna pregunta siempre estaremos disponibles”. 

Durante  la preadolescencia y la adolescencia deberíamos estar más atentos. “En estas etapas debemos prestar más atención por el cambio hormonal, cognoscitivo y social. Es importante acompañarlos en este momento”, concluye la experta. 
 

Por La mamba

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