Podemos con todo, sí, pero no al mismo tiempo

En un mundo que elogia la capacidad de multitasking que supuestamente tenemos todas las mujeres, esta reflexión llega para reivindicar a todas las supermamás.

Por Columnista invitada

30 de mayo de 2023

Ser mamá es, de alguna manera, llegar a una nueva vida vistiendo una capa de superheroína y llevando una bolsa lista para llenar de culpa. La capa nos la ha impuesto una sociedad que ha malentendido el concepto feminista de igualdad en el que las madres somos vistas como todopoderosas y omnipresentes, dando el cien por ciento en todos nuestros roles: el de mamás, parejas, profesionales y dueñas de nuestras rutinas de bienestar. La bolsa se va llenando de culpa cada vez que no llegamos a cumplir con las altas expectativas que se nos exigen y con la falsa idea de que se puede lograr un balance.

En la búsqueda de un equilibrio inexistente, la culpa se hace más pesada y la sensación de no ser suficiente puede aquejar a la mayoría de las mamás.

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Michelle Obama, una mujer que me ha inspirado siempre, dijo en una entrevista con Oprah Winfrey, que sí, lo podemos hacer todo, pero no al mismo tiempo”. Una idea revolucionaria en un mundo en el que se elogia la capacidad de multitasking que supuestamente tenemos las mujeres y que, más que un atributo, se ha convertido en la excusa para dejarnos sin margen para fallar.

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Cuando tenemos hijos, inmediatamente volvemos a nuestro primer referente de ese amor: nuestra propia mamá. Buscamos un mapa que nos guíe en nuestro nuevo rol, ya sea siguiendo su ejemplo o yendo en dirección contraria; conectar con aquello que ya llevamos dentro, reafirmar que lo estamos haciendo bien.

Yo soy hija de una mamá soltera. Mi existencia fue una decisión tomada por ella, con la plena consciencia de que tenerme resultaría en muchos esfuerzos que implica la crianza sola, tanto en cuidados como en cargas económicas. Con esa coherencia, mi madre asumió que con el fin de asegurar nuestro bienestar debía priorizar su trabajo a costa de participar en muchas actividades cotidianas que suelen esperarse de una madre, y más durante los años ochenta.

Súper mamá, el imaginario colectivo de una pesada carga

Súper mamá, el imaginario colectivo de una pesada carga

Fotografía por: Getty Images

Con plena coherencia, ella tomó la decisión de priorizar nuestro bienestar, el cual sería producto de su trabajo. Yo, que decidí ser mamá en pareja, también siento que, aunque haya estado presente en las clases de estimulación temprana, en los actos escolares (la mayoría, no todos), en los partidos de fútbol, en gestionar emociones conjuntas, en mi mente no paro de organizar mi horario para no quedarme atrás en mi desarrollo profesional.

Entonces, vuelve a mi mente la frase de Michelle Obama y sé que puedo hacerlo todo, pero no al mismo tiempo. Que tal vez haya días en los que me vaya mejor en un frente que en otro y que nada de eso me hace fallar como mamá. Antes de serlo, fuimos y somos mujeres con sueños que se ajustan a la honorable, importante y gratificante tarea de criar seres humanos que aporten a un mundo mejor.

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En este mes de la madre, abrazo a todas las que como yo hemos querido cumplir expectativas irreales y en el camino hemos hecho que el peso de nuestra bolsa de culpas se haga inaguantable y que la capa, en lugar de alivianarnos, no nos deja volar. Reconciliarnos con la maternidad real, esa llena de retos, errores, frustraciones y aprendizajes tal vez sea el mejor regalo que podemos darnos y el mejor ejemplo para las mujeres que deciden tener hijos lejos de los espejismos de las maternidades perfectas de Instagram.

Y abrazo en especial a mi madre, dueña de la coherencia de su maternidad libre y elegida, que le permitió tomar las decisiones que ella consideró mejores, y quien con su valentía me ha permitido ser la mujer y mamá que hoy soy.

Por: Catalina Calderón - Directora Senior de Comunicaciones y Programas de Incidencia en The Women’s Equality Center

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