Cada vez más se hacen públicas las denuncias de acoso sexual, pero para abordar este flagelo es clave entender que se trata de hablar sobre una víctima que, para el acosador, deja ser un sujeto y pasa a ser un objeto.
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Sigue a Cromos en WhatsAppSer sujeto es poder existir, es tener deseos y es estar en el mundo de forma integral, mientras que la objetificación del ser es desconsiderar en él todo y cualquier sentimiento inherente a la naturaleza humana.
En la historia de la humanidad el patriarcado siempre ha sido la regla, las mujeres fueron desmembradas, tomadas como pedazos disociados y sin deseo propio, para solamente ser consumidas. Eso es la objetificacion, un pedazo para consumo, sin ningún interés por el todo. En la esclavitud se vivió eso con hombres y mujeres, que eran acosados y objetificados.
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A partir de esta aclaración podemos comprender qué es el acoso y sus consecuencias. El acoso es una demostración de poder, de jerarquía o de superioridad física, moral o social sobre una u otra persona, por lo general sobre las mujeres, en que se busca anular su individualidad para consumir alguna parte suya.
En un estudio publicado en 2021 por Naciones Unidas se afirma que el 81 % de las mujeres en el mundo occidental cambian sus rutinas por miedo al acoso. Cambios de calles, de ropas, de formas de mirar y de hablar por el miedo a ser tomadas como objeto por un hombre. Todo eso lleva al sufrimiento, a la sensación de impotencia, a la culpabilidad y a más miedo.
En la mayoría de las víctimas de cualquier tipo de acoso, los procesos de autoabuso y el distanciamiento del placer son comunes, como vigilancia excesiva sobre el propio cuerpo, trastornos alimenticios, depresión y mucho sufrimiento psíquico.
En un mundo equitativo lo ideal de respeto, igualdad, decisiones, poder y de responsabilidades es lo que aproxima a hombres y mujeres en un disfrute placentero de la vida, en la que la comunicación pueda fluir y la tranquilidad de las relaciones sea alcanzada. Nunca es tarde para repensarse, para promover cambios en uno mismo o en el otro de manera que se pueda decir que la forma como nos relacionamos es verdaderamente humana y no acosadora.
Autora de la columna: Flavia Dos Santos.