Donación de órganos: descubre la historia feliz de un transplante de riñón

Te traemos el relato de un enfermero tolimense que necesitó de un transplante de riñón. También, acá te contamos quién puede donar y qué se necesita para ser beneficiario. Cada donante puede salvar ocho vidas y mejorar 75 más con sus tejidos y órganos.

Por Redacción Cromos

01 de mayo de 2023

A Fredy Sastoque le tiemblan las manos cada vez que hace un leve esfuerzo para usarlas. Pareciera que tiene parkinson, pero lo similar a un seísmo es algo momentáneo. Fredy se acostumbró a vivir con las vibraciones involuntarias y repite de manera sacrosanta que eso no es un obstáculo para hacer su trabajo. Y hay personas que no le creen, sobre todo por la labor que realiza. Fredy es enfermero y cuida de personas de la tercera edad. Le cuesta levantarlos para pasarlos al baño, también darles de comer. Fredy sueña con ser enfermero en una unidad de cuidados intensivos y repasa libros de medicina todas las noches para estar preparado. Sin embargo, vuelve a la rabia por el golpe de realidad que se da él mismo cuando se mira conectado a una máquina que le succiona la sangre para limpiarla y regresarla a su organismo.

Te invitamos a leer más contenidos como este aquí

Sigue a Cromos en WhatsApp

Fredy nació en Icononzo, Tolima, y lo hizo con un riñón que no funciona bien. Y desde siempre entendió que no podía ser como los otros, correr como los demás. Así pasó la niñez y parte de la juventud con unos padres temerosos de que cualquier fatiga innecesaria terminara en tragedia. Entonces Fredy no aprendió a jugar fútbol, tampoco a recoger arvejas y frijol, mucho menos a nadar. “Me ponían en una silla y veía a mis primos hacer todo lo que hace un niño en el campo”. Quizá el ayudarse a sí mismo lo llevó a querer ser médico, después jefe enfermero. A los 17 años viajó por primera vez a Bogotá, con dializador y todo -se lo donaron-. Y viviendo en una habitación con su hermana mayor empezó a averiguar cuál era el procedimiento para obtener un trasplante de riñón.

Como beneficiario del Sisben, Fredy pidió cita médica para ser evaluado como candidato potencial para un trasplante. Después del estudio, de exámenes y más exámenes, se determinó que cumplía con las condiciones y entró a una lista de espera. “Todos los meses, los primeros días, me sacaban sangre para pruebas de compatibilidad en caso de que apareciera un donante”. Luego de tres años, apareció un donante. La operación se llevó a cabo con éxito en la Fundación Cardioinfantil. “No pregunté si era un donante vivo o muerto. No sé si me hubieran dicho, pero las gracias son eternas”.

***

La suerte de Fredy no la tienen todos los enfermos en lista de espera para recibir donaciones de un órgano o un tejido en Colombia. La Fundación Cardioinfantil estima que alrededor del 20% de los pacientes mueren mientras confían que un corazón, un pulmón o un riñón sean compatibles con su organismo o que alguien decida ofrecer una parte de sí para alargar la vida de otro, de un conocido, de un familiar. En 2020, eran más de 2.500 personas expectantes de una noticia que les diera ilusión de un futuro. En 2021, fueron casi 4.000.

Más información en Cromos

En la alimentación diaria, tenemos alimentos preferidos, esos a los que no nos podemos resistir y, como es de esperarse, en esa lista brillan por su ausencia las frutas y las verduras.
Leer más
Las papas fritas para muchos son uno de los platos más ricos sin embargo, al parecer perjudican la salud más de lo que parece.
Amedida que pasa el tiempo nuestros músculos van perdiendo tonicidad y elasticidad, si no tomamos las medidas necesarias, la flacidez se apoderará de ellos, especialmente en la zona de los brazos
Leer más
El ‘brazo de tía’ es muy conocido a ese pedacito de piel que se ve y se siente con un alto grado de flacidez. Estos ejercicios te servirán.

Claro, hay que tener en cuenta que el 20% que prevé la Cardioinfantil se da en un panorama complejo en el sistema de salud: la pandemia por el COVID-19, que limitó los servicios médicos, pospuso operaciones y diagnósticos, por privilegiar la atención de los pacientes con coronavirus. Tampoco se pudo tomar los órganos o tejidos de los fallecidos por este nuevo virus que paralizó al mundo entero y encerró a la gente por largas temporadas en sus casas, como una medida para mitigar la propagación.

La donación de órganos y tejidos no se puede entender sin la necesidad de algunos pacientes de recibir un trasplante, como tratamiento médico, para alargar su expectativa de vida -como ocurrió con Fredy-, reemplazando una parte de su cuerpo que no funciona bien por la de alguien que sí esté sana. Cualquier persona puede manifestar su deseo de que, tras su muerte, sus órganos y tejidos sean usados para ayudar a alguien. Incluso los familiares pueden tomar la decisión después de fallecido el pariente. “Un solo donante puede salvar hasta 55 vidas, disminuyendo de esta manera el número de pacientes que se encuentran en la lista de espera o que mueren en ella”, agregó el doctor Gilberto Mejía, líder de la Unidad de Trasplantes de la Fundación Cardioinfantil.

Una vez que alguien expresa la disposición de donar tras fallecer, el proceso de extracción de sus órganos o tejidos comienza cuando se certifica su muerte encefálica, es decir, cuando hay un cese de las funciones de todas las estructuras neurológicas. Ahí los especialistas entran a evaluar la idoneidad de las partes que se consintió donar. Cuando se trata de muerte por paro cardiorrespiratorio, solo servirán los tejidos, es decir, córneas, piel, huesos, médula ósea, vasos sanguíneos, válvulas cardiacas, cartílagos, tendones, esclera y membrana amniótica.

Donación de órganos: ¿Cuáles son los mitos?

Así como hay miedo alrededor de la donación de órganos por el COVID-19, hay mitos que alimentan los temores de tomar una decisión a favor de la vida de otros. El Ministerio de Salud enumera algunos de estos: “que el donante queda desfigurado después de extraerle un órgano”, “que los órganos y tejidos donados llegarán a una red de tráfico” o “que las religiones impiden la donación y trasplante de órganos”. En Colombia hay una normativa que regula y protege a los donantes y al proceso de trasplante (la Ley 73 de 1988, la 919 de 2004 y el Decreto 2493 de 2004). Por eso las intervenciones médicas sólo pueden ser realizadas en centros de salud calificados y con especialistas que no modifican la estética corporal del cadáver.

Para quienes quieran donar, no hay limitantes de edad, sexo o raza. En caso de ser menor de 18 años, se necesitará permiso de los padres o acudientes. Lo más importante para convertirse en donante es expresar en vida el deseo ante los familiares, quienes deben de cumplir con la voluntad una vez la persona muera. En caso de no contar con alguien cercano, el Instituto Nacional de Salud emite un certificado para los que deseen que sus órganos sean utilizados luego del fallecimiento.

Ahora vayamos al otro lado, al de la persona enferma. Así como Fredy pidió ser evaluado a través del Sisben como candidato para recibir un trasplante y entrar a una lista de espera, los pacientes que requieran de algún órgano o tejido tendrán que hacer lo propio por medio del profesional que los está tratando. El médico determinará el reemplazo del órgano o tejido como tratamiento y remitirá al enfermo a una IPS con programa de trasplante. En el caso de necesitar un riñón, hígado, corazón, córnea y médula ósea, el Plan Obligatorio de Salud cubre la totalidad del procedimiento, mientras que para otras intervenciones (pulmón, páncreas, intestino, piel, válvulas cardiácas, cartílagos, tendones, entre otros) las personas deberán de asumir algún costo según el convenio que tenga con el prestador de salud.

La EPS o el Sisben ordenarán el trasplante luego de la evaluación positiva que haya adelantado la IPS sobre el paciente, que entrará a una lista de espera hasta dar con el órgano o tejido compatible para así continuar con el procedimiento. “La asignación de los órganos y tejidos donados se realiza a las personas que están en lista de espera, garantizando la equidad en la asignación y respondiendo únicamente al cumplimiento de los criterios técnicos y científicos definidos a nivel nacional para este fin”, da como claridades el Ministerio de Salud.

Pueden pasar uno, dos, hasta tres años -hay promedios de espera por órgano- para que un paciente vuelva a tener una calidad de vida mínima y digna, y para alejar la sensación de zozobra y desesperanza que causa el no saber qué pasará mañana. Fredy Sastoque puede contar su historia gracias a un ápice de suerte, pues hay que recordar que cada día que pasa sin hacerse una diálisis, 17 personas mueren en el Colombia esperando un órgano que nunca llega.

Redacción Cromos

Por Redacción Cromos

“Somos la revista de mayor tradición y reconocimiento en Colombia. Entérate con nosotros de temas de estilo, moda, salud, belleza y sociedad.”RevistaCromos
Sigue a Cromos en WhatsApp
Este sitio usa cookies. En caso de seguir navegando se entenderá que usted ha otorgado una autorización mediante una manifestación inequívoca para su uso
Aceptar