Álvaro Castillo Granada escribe sobre el más cubano de todos los colombianos

¿Quién es el más cubano de todos los colombianos? Seguramente ya intuyes la respuesta, pero no lo que hay debajo de ella.

Por Álvaro Castillo Granada

03 de mayo de 2024

Esta frase, que puede sonar exagerada, por rotunda, es cierta y susceptible de ser comprobada. No importa la circunstancia en que se esté o se nombre. Para cualquier lector cubano, García Márquez es un escritor que forma parte de su paisaje, como el sol, las palmas, las guaguas o las filas.

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He tenido la fortuna y el privilegio de, durante dos Ferias del Libro de La Habana, Cuba, trabajar como librero en el stand de Colombia. Las ferias en este país son un fenómeno que no se parece al de ninguna parte. El país entero se vuelca en ellas. Se funden con la cotidianidad. Ver o visitar una feria del libro es (como lo puede ser también el juego de la pelota) un espejo de la realidad y los tiempos que se están viviendo. Los que nos han tocado por la libreta…

Cuando los lectores llegan al stand de Colombia, sólo vienen buscando a un autor: Gabriel García Márquez. Apenas lo descubren, la reacción siempre es la misma: incredulidad y felicidad, alegría y asombro, gritos y risas. En algunas circunstancias, lágrimas.

En Cuba han sido publicados La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora, Relato de un náufrago, Cien años de soledad, El otoño del patriarca, El general en su laberinto, Del amor y otros demonios, Noticia de un secuestro y sus cuentos completos. Hasta una selección de sus textos sobre literatura y arte: Cien años de solidaridad (que compiló Víctor Rodríguez Núñez). Libros que se han agotado inmediatamente han salido.

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De manera que, cuando estos lectores descubren otros títulos que no tienen o no conocen, lo primero que hacen es un inventario.

La pregunta inicial siempre es:

-¿Qué valen los libros de Gabriel García Márquez?

-Disculpe, ¿cuál de todos?

Los lectores antiguos preguntan por alguno que no figure en sus listas mentales. Los otros, los que quieren empezar a leer a ese autor del que todo el mundo les ha hablado, preguntan sin dudarlo por dos títulos específicos: Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera. Pareciera que, para algunos, estos cifran toda la literatura.

El año pasado vendimos los libros que trajimos. No duraron nada. Este año, desafortunadamente, los trajimos en exhibición para ser donados, al final de la feria, al Instituto Cubano del Libro.

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-No están a la venta, sólo están en exposición…

Bastaba con responder esto para que en los rostros de los lectores se dibujara una expresión de decepción que partía el alma, para después transformarse en enojo y molestia.

Lo extraordinario era que, muchas veces, el lector empezaba una conversación, con sus acompañantes o los libreros, en la que podía hacer un recorrido de todas sus lecturas a lo largo de la vida, los libros que había tenido y perdido, las veces que lo había visto o, cosa más grande, las veces que había conversado con él.

Uno de tantos nos contó que “el Comandante y García Márquez iban a comer con frecuencia al restaurante El Aljibe y se sacaban fotos con todo el mundo”, o que “una vez me lo encontré por la calle y me saludó como si fuera cualquier socio”… El escritor era un cubano más en medio de todos los cubanos. Un autor que les hablaba de igual a igual a sus lectores de su país. “Tan aplatanado estaba, que parecía un cubano más”…

Este era y es Gabriel García Márquez, el más cubano de todos los colombianos, porque “Aquí, García Márquez, ¡qué coño!”.

*Columna escrita por Álvaro Castillo Granada.

Más infomación en @sanlibrario.

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