Carlos Calero se emociona al evocar a Fernando González Pacheco, que murió el 11 de febrero de 2014. Su mirada se achina y su gesto de felicidad y admiración le dan un semblante único, como si se perdiera en la magia del recuerdo.
“Pude conocer a Pacheco, trabajé con él en sus tres últimos años de vida. Fue un aprendizaje maravilloso y tuvimos una gran amistad”, dijo a Cromos.
Sigue a Cromos en WhatsAppEn su niñez, disfrutó jugar fútbol con sus amigos del barrio y de montar en bicicleta, pero ambos placeres no podían compararse con la caja que proyectaba una imagen temblorosa atrapada en dos colores. Mientras se entretenía por ratos (la televisión no era 24 horas) en su pieza o en la sala de su casa, soñó con estar un día parado en un estudio de televisión.
“Desde que tengo uso de razón, me considero un buen televidente, prendía mi televisorcito para ver desde Tierra de gigantes hasta El hombre nuclear. Mis padres pensaban que cuando creciera me iba a desprender, pero en la adolescencia todo siguió igual”, confesó.
En los 70 y 80 la televisión colombiana ya tenía sus ídolos. El primero que recuerda Calero es a Fernando González Pacheco. En sus años juveniles lo apreció como un maestro, le agradó su voz rocosa, su humor espontáneo y su carisma bonachón, siempre secundadas por unas gafas enormes. La mayoría de los muchachos tienen de referente a un futbolista y una minoría lo encuentra en otros espacios.
Calero lo halló en la incipiente parrilla de la televisión nacional, el suyo era capaz de entretener respetando al público en un país acorralado por la insurgencia y los carteles de narcotráfico. “Gloria Valencia y Jota Mario también me marcaron, puedo decir que los tres fueron mis maestros. A nivel internacional, Don Francisco fue otro, y en la actualidad me gusta lo que hace Jimmy Fallon. Yo, que he visto y veo tanta televisión, puedo decir que hay referentes inspiradores”, sostuvo el barranquillero.
¿Cómo el niño que no se despegaba de aquella pequeña caja se terminó convirtiendo en uno de los mejores presentadores de la televisión nacional? Su llegada a la cima no fue de la noche a la mañana. Impulsado por su pasión por los programas, ha recorrido un largo camino de aprendizajes y aciertos.
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