Crianza: 7 claves para plantear los límites con tu hijo, según los expertos

Cuando creas las reglas de tu casa, junto a tus hijos, en lugar de imponerlas, será más fácil que las cumplan. Así puedes plantear los límites de tu hogar.

Por Redacción Cromos

15 de julio de 2023

Las rutinas crean hábitos y los hábitos, poco a poco, fomentan la disciplina. En la crianza, las normas de conducta establecidas en el hogar facilitan a los papás y cuidadores la formación de los niños: al tener reglas desde temprana edad les permite a los más pequeños contar con una guía que los orienta sobre lo que se puede o se debe hacer y lo que no.

Las reglas ordenan los comportamientos de los niños y les dan un marco de contención y de seguridad a la hora de actuar, ya que es más fácil tomar decisiones más enfocadas en su bienestar.

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Por esto, un niño con normas y límites se siente más seguro y feliz. En cambio, “un niño al que se le da vía libre a sus deseos es un niño muy ansioso e inseguro. Es un niño que siente que no tiene un piso que lo contiene y que va a tener mucha dificultad para relacionarse con el mundo social”, explica la psicóloga y psicoterapeuta especializada en niños y familias, María Carolina Sánchez-Thorín.

Por esto es tan importante establecer hábitos, normas y límites. Si un niño, desde pequeño, sabe lo que tiene que hacer y sigue una rutina dentro de esos límites, es más probable que tenga un buen comportamiento y tome mejores decisiones. Además, interiorizará valores como el compromiso, la responsabilidad, la convivencia, la paciencia y la empatía.

¿Cuándo empezar a establecer normas y límites?

Crianza: 7 claves para plantear los límites con tu hijo, según los expertos

Crianza: 7 claves para plantear los límites con tu hijo, según los expertos

Fotografía por: Pexels

El mejor momento para comenzar a establecer pautas de comportamiento se da en los primeros meses de vida, cuando la niña o el niño aún es un bebé. En esta etapa, es esencial desarrollar rutinas de alimentación, de higiene, de juego y de sueño, en horarios determinados y, en lo posible, fijos.

“Estas rutinas no solo le generan al bebé estabilidad física porque regulan su sistema metabólico y nervioso, así como las demás funciones biológicas, sino que también lo regulan emocionalmente en la medida que le ofrecemos un contexto afectivo estable, lo que genera seguridad y tranquilidad”, explica Liliana Orjuela López, psicóloga clínica y referente técnica de prevención de violencia intrafamiliar del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

A medida que la niña o el niño va creciendo, estas rutinas se comienzan a transformar en hábitos de modo que, hacia los 2 años de edad, lo más seguro es que haya interiorizado unas normas y pautas de comportamiento.

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Claves para fijar normas y límites

Cuando llega el momento de hablar con los niños sobre los comportamientos que se espera de ellos, algunos no sabemos cómo establecer esos límites y normas de convivencia. Por esto, te contamos las claves para crear las normas que sean más eficaces para que los niños las acepten y cumplan con mayor facilidad.

1. Deben adaptarse a la edad del niño

No es lo mismo fijar normas y límites a un niño de 5 años que a un adolescente. Las normas deben estar adaptadas a la edad y al grado de madurez y autonomía del niño y deben irse transformando en función de sus nuevas habilidades, de su capacidad de tomar decisiones y de las nuevas responsabilidades que puede ir asumiendo.

2. Deben fomentar la participación

Si bien al inicio, las normas y pautas de comportamiento las fijan las madres, padres y cuidadores, porque los niños aún son pequeños y tiene una menor capacidad de decisión y de comunicación, cuando logre expresarse con mayor facilidad, es necesario involucrarlo en la creación de las nuevas normas que regirán la convivencia en el hogar.

“Las normas impuestas sin la participación de los niños incrementan su resistencia a ellas. Al contrario, deben ser consensuadas, deben partir del diálogo y la negociación, y deben ser el resultado de un acuerdo entre los adultos y los niños”, explica Liliana Orejuela.

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3. Deben tener una razón de ser

De nada sirve que un adulto le diga a una niña o a un niño que cumpla una norma “porque sí y punto”, “porque aquí mando yo” o “porque en esta casa se hace lo que yo digo”. Es importante que el niño comprenda que las normas y los límites, tienen un sentido, parten del amor y buscan el bienestar y la protección.

Desde que son pequeños a las niñas y a los niños hay que explicarles por qué se fija una norma, cuál es el objetivo de crearla, en qué contextos se aplica, por qué es importante cumplirla y qué pasa cuando se infringe. Hay que dejarle claro cómo esa regla o ese límite lo protege a él y a los demás miembros de la familia”, señala la psicóloga Sánchez-Thorín.

4. Deben ser claras y comprensibles para el niño

A la hora de establecer una norma, debemos asegurarnos de usar un lenguaje claro, sencillo y comprensible, así como un tono de voz firme pero sereno. Por ejemplo, no basta con decir “pórtate bien” sino dar las instrucciones precisas: “en esta casa hablamos con calma y no gritamos”.

Hay que evitar las “cantaletas” y los “sermones” que solo hacen que la niña o el niño pierda fácilmente la atención y sienta molestia. Los niños necesitan saber, concretamente, que es lo que se debe y no se debe hacer, sin arandelas ni rodeos.

Después de dar la instrucción o de negociar una norma, debemos asegurarnos de que el niño la comprendió y permitirle hacer las preguntas que desee, respondiendo a todas sus dudas e inquietudes, explica la psicóloga infantil Isabel Cristina Bettin.

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5. Deben estar expresadas en positivo

Siempre que sea posible, lo más favorable es que las normas se expresen en términos positivos. Resulta más eficaz decirle a una niña o a un niño lo que debe hacer (“habla en voz baja”) en lugar de lo que no debe hacer (“No grites”). A su vez, es importante darles opciones o alternativas aceptables, así le estás demostrando que sus sentimientos y deseos son válidos y que pueden llevarlos a cabo bajo ciertas reglas.

Es importante destacar los beneficios de cumplir las normas mediante expresiones como “si te vas a dormir a la hora que acordamos, descansarás mucho y tendrás más energía para jugar al día siguiente”.

Hay que evitar a toda costa los mensajes que les generen sentimientos de temor, culpa, vergüenza o dolor emocional.

6. Deben tener una consecuencia inmediata, coherente y restaurativa si se incumple

Durante el proceso de negociación, es esencial establecer también cuáles serán las consecuencias o las sanciones de su incumplimiento. Esto les permite conocer de manera anticipada lo qué ocurrirá si la infringen y les ayudará a autorregular su comportamiento.

Así mismo, esas consecuencias o sanciones deben ser coherentes con la norma y deben partir de un principio restaurativo.

Hay padres que, por ejemplo, como castigo a un niño que le ha pegado a su hermanito, le impiden ver televisión por el resto de la tarde. No tiene ninguna relación con la falta que cometió ni le permite reflexionar sobre su acción. En lugar de eso, debemos decirle: “eso que tú hiciste, hizo sentir mal a tu hermanito. Entonces, vas a dedicar un tiempo a hacer que él se sienta mejor, vas a jugar con él o vas a ayudarle a organizar sus juguetes”, explica la psicóloga especialista en crianza, María Carolina Sánchez-Thorín.

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La aplicación de la consecuencia debe ser inmediata y no esperar hasta que llegue la noche o al día siguiente, porque esto le resta al niño la capacidad de reflexionar sobre lo sucedido y de hacer conexiones lógicas entre los hechos.

7. Deben ser firmes

El cumplimiento de las normas no puede depender del estado de ánimo de los adultos, sino que deben aplicarse con firmeza y con respeto en todo momento y lugar. No es conveniente que unas veces se hagan valer y otras no, porque esto confunde a los niños.

Por supuesto, hay momentos que requerirán cierto nivel de flexibilidad como lo son las temporadas de vacaciones, donde al niño se le puede permitir cierta libertad con respecto a su rutina diaria como levantarse o acostarse un poco más tarde. No obstante, en dichos casos, es necesario crear con el niño nuevos acuerdos adaptados al contexto.

Así mismo, el niño debe tener claro qué es negociable y qué no. Los valores como, por ejemplo, decir siempre la verdad o tratar con respeto a los demás, no son negociables.

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